Alfonso Ussía

Sopor

La Razón
La RazónLa Razón

Escribía días atrás, que en una situación como la que atraviesa España, el futuro Gobierno presidido por Rajoy habría de estar formado por un grupo de españoles notables, no de militantes con buena nota. Entiendo que es duro para quienes llevan años peloteando aquí y allá para alcanzar una cartera ministerial. Pero mi idea, que por vez primera es una idea aceptable, carece de recorrido. Se prevé un Gobierno similar al anterior, con dos o tres remiendos para ir tirando. Es decir, que gobernará en minoría el mismo gabinete que ha perdido más de cuatro millones de votos gobernando con mayoría absoluta.

El éxtasis del sopor. Qué aburrimiento. Se elogia sin medida al PSOE de la abstención por su apuesta por la gobernabilidad de España. Está bien. Pero esa abstención, que en efecto va a permitir formar Gobierno a Rajoy, es una defensa del PSOE para no acudir a unas terceras elecciones con un resultado peor. Y los partidarios de Sánchez no pueden acusar de golpistas a sus compañeros abstencionistas. Los golpistas, conociendo o no los pactos de su líder playero, aunque frustrados, han sido los socialistas que pactaron con el comunismo de Podemos, los partidos separatistas y los nacidos del seno sangriento del terrorismo, el futuro Gobierno de España. Que así se lo iba Sánchez a proponer al Rey. Es decir, que la egoísta y bien vestida abstención del PSOE más moderado y constitucionalista, en ese aspecto sí ha hecho un gran servicio a España. Ahora sólo cabe esperar que Rajoy lo aproveche, que está por ver si mantiene un Gobierno de amigos y antiguos asesores del PP.

El partido ganador a todas luces y a bastantes luces perdedor en las elecciones, el Partido Popular, no ha gobernado en beneficio de los españoles. Los ha triturado. Ha agrietado sin piedad el entretejido social más importante en una economía y una sociedad moderna. La clase media. Comparado el PP de Rajoy con el PSOE de González, el socialismo sería el partido liberal y el PP el socialista. En lugar de adelgazar los gastos del Estado, ha triplicado el número de asesores a dedo a cuenta de los contribuyentes. Ha mentido a sus votantes y a los que no le votaron. Se ha inmiscuido, más que ningún Gobierno anterior, en los intereses y las influencias de los medios de comunicación. Ha traicionado el derecho a la vida de los españoles más indefensos, los abortados, a los que no ha permitido nacer. Ha recuperado la economía, no con una política económica saludable sino con una persecución policial a los contribuyentes que ya habían contribuido. No ha herido la piel de las grandes fortunas ni la de los íntimos amigos. Ha dejado crecer de manera alarmante el problema separatista de Cataluña, usando de la ambigüedad y la desidia y renunciando a los recursos legales que le concede la Constitución respecto a los Gobiernos autonómicos traidores. Ha despreciado a la Cultura, y no me refiero a la «Cultura» de los subvencionados. Ha sido débil, comprensivo y tardío con la corrupción de su propio partido. Y yo me pregunto. En el caso, ya superado, de unas terceras elecciones, ¿votaría al PP? Lo abrumador de la respuesta es que sería afirmativa. El resto es peor. Si acaso, podría depositar mi confianza en un PSOE liberado de los extremismos del turista de Malibú. Pero el PSOE, en sus sucursales de Cataluña, País Vasco, Navarra, Galicia y Valencia, está mucho más cerca de los que desprecian a España de los que la defienden. Ahí está, quizá, el oscuro motivo de su decadencia.

Produce un indomable sopor lo que se avecina. Lo mismo de lo mismo, sin la fuerza suficiente para sostener lo mismo. Ese Gobierno de españoles notables es un sueño. Ya lo estoy viendo. «Vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo. Ministro de Asuntos Exteriores, Moragas. Ministro de...

Sopor.