Ely del Valle
Sudor veraniego
Parece cantado que el PSOE terminará por facilitar la investidura de Rajoy, más por evitar otras elecciones de las que puede salir todavía peor parado de lo que está que por puro y duro sentido de Estado. Ahora sólo falta saber si lo hará a la primera o si, como mantiene Gaspar Llamazares, está obligado a hacerle sudar al PP la gota gorda apurando los plazos al máximo. La situación de los socialistas es tan complicada como auguraban quienes creyeron que el intento de Sánchez de ser investido presidente y su enroque en el NO a sentarse con Rajoy era un error de los que pasan factura. Haga lo que haga, siempre habrá una parte de su militancia que se le ponga de uñas. Ahora la pelea está en establecer quién se lleva la peor parte, si el núcleo duro del líder, partidario de no ceder ni un milímetro o los miembros del Comité Federal más proclives a llegar a un acuerdo de mínimos que no deja de ser un donde dije digo, digo Diego.
Al PSOE sólo le queda vender cara su monumental derrota apretándole las tuercas tanto como le sea posible a los populares que, o mucho nos equivocamos, o tendrán que claudicar de nuevo con el regreso de Patxi López a la presidencia del Congreso y con una reforma de la reforma laboral que permita salvar la honrilla de los socialistas. A partir de ahí, cualquier cosa que el PSOE consiga de más será un triunfo con el que hacer frente al mensaje de rendición, que es el que va a utilizar Podemos para seguir intentando rebañarle votos. Ese es panorama con el que se enfrenta Sánchez: ceder sin que parezca que claudica y rebajarse a sí mismo los humos sin que se note que cede. No le queda otra, así que será un milagro si celebramos la Virgen de agosto con un nuevo gobierno.
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