Julián Cabrera

Susana y la «Perestroika»

Susana Díaz tomará el relevo de José Antonio Griñán también al frente de la secretaría general del partido socialista de Andalucía. Eso la convertirá en la incontestable lideresa del PSOE andaluz y en ese punto, el gran interrogante en una comunidad que sólo ha conocido gobiernos socialistas desde la desaparición del franquismo, pasa por certificar si Díaz dará continuidad con todos sus vicios y errores de lo que algunos califican de «régimen tras el régimen» o aprovechará, en línea con algunos gestos que ya ha escenificado de distanciamiento frente a los implicados en el escándalo de los ERE, para impulsar su propia «Perestroika» desde el poder.

Tal como se dibuja el panorama sociopolítico andaluz, la oportunidad de acabar con el clientelismo propio de un régimen pasa a día de hoy en una buena parte por las distancias que pueda marcar Díaz, incluso en un ámbito territorial donde ese clientelismo hace disminuir considerablemente la condena social a los corruptos.

Se hace por lo tanto más urgente ahora que nunca poner tierra de por medio frente a quienes han utilizado fraudulentamente y en beneficio propio o de otros los dineros públicos, o con aquellos que por ejemplo desde UGT han aprovechado el compadreo ancestral del sindicato con la Administración socialista para darse una vida no precisamente de defensor de los trabajadores, sino de funcionarios con visa oro.

En Andalucía se palpa con mayor intensidad esa falsa moral existente en el resto del Estado y que recoge complejos de nuestra historia reciente, por la que a la izquierda siempre se le concede un plus de legitimidad a la hora de justificar determinadas fechorías. Susana Díaz tiene la oportunidad de hacer su propia «perestroika» frente a la izquierda que recibe jamones a cambio de favores y clientelismo.