Elecciones en Estados Unidos

Trump, ese mal sueño

La Razón
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A finales de 2008, Antena 3 organizó un gran despliegue humano para informar de la noche electoral en Estados Unidos. De un hecho histórico, como fue la victoria del primer candidato afroamericano. Matías Prats encabezaba el equipo en Washington mientras la que te escribe, recién llegada desde CNN+ a la que hoy es mi casa, narraba y comentaba los hechos desde el plató con invitados, señales en directo y la emoción contenida. Durante diez horas trepidantes asistimos al veredicto de unas urnas que premiaron a Barack Obama tras una campaña brillante y rompedora, basada en el «yes we can» y en la justicia poética de la igualdad conquistada. Mira que en veinte años de oficio televisivo me ha tocado contar noticias trascendentales, pero siempre aquella madrugada, por motivos varios, permanecerá como recuerdo prioritario de mi vida laboral.

Otra noche semejante se avecina. Qué placer asistir, el 8 de noviembre, al momentazo en el que una mujer se convierta en la primera presidenta del país de las barras y las estrellas frente al candidato Trump. Cuánta justicia poética, de nuevo. No me cabe duda de la victoria de Hillary Clinton. Más allá de los discursos presidenciales y de las encuestas, me niego a aceptar que los estadounidenses del siglo XXI aúpen a semejante espécimen al Despacho Oval. Me pregunto por qué ahora le llueven las críticas, a cuenta de una grabación de 2005. Explicada en «The Washington Post», viralizada y convertida en el artículo más visto en la historia del periódico. Condenan esas groserías su propia esposa y su propio candidato a la vicepresidencia. ¿Ahora, a sólo un mes de las elecciones? ¡Vamos tarde!

Echa un vistazo a la repugnante hemeroteca verbal del susodicho, descendiente de inmigrantes: pionero en plantear un muro con México, en querer expulsar a los musulmanes, en sugerir que Obama nació... en Kenia. Pionero en atacar a un Papa, en proclamar que si disparara en la Quinta Avenida no perdería votos, en echar a determinados periodistas de sus mítines, en mofarse de discapacitados, en cosificar y humillar permanentemente a las mujeres... Increíble que siga contando con un mínimo apoyo femenino. ¿De qué se extrañan ahora? ¿No había quedado probada su falta de escrúpulos? Trump resistirá hasta el final, cómo no. Pero la próxima madrugada decisiva, su estrella en la Casa Blanca empezará a desvanecerse, como un mal sueño. Y espero que también el populismo que nos acecha.