España

Un desgaste innecesario

La estrategia del gobierno, en cuanto a los Presupuestos Generales del Estado se refiere, empieza a despejarse, pero lo que no está tan claro es si han realizado el análisis coste-beneficio de su decisión.

Si los independentistas no apoyan las cuentas del ejecutivo, la lógica política indica que presentarlas ante el Congreso es una herida innecesaria que, además, pone en evidencia que el gobierno se encuentra en una rotunda minoría. El Sr. Sánchez elabora su estrategia desde la premisa de permanecer en el gobierno, pase lo que pase, pero debería valorar que permanecer en la Moncloa con la política económica diseñada por el Sr. Rajoy no es el mejor de los argumentos para conseguir ensanchar la base electoral socialista, que espera del PSOE algo más que la gestión de unos presupuestos de derechas.

La otra opción es obedecer a los separatistas catalanes, que invitan al presidente a iniciar la tramitación parlamentaria del documento contable a la espera de que se dicte la sentencia del “procés”.

Si les gusta el dictamen judicial, se sentarán a apretar un poco más al ejecutivo, para llevarse una rebanada adicional de recursos de esa España a la que consideran inferior y, en caso de que la sentencia no alcance sus expectativas, el Sr. Sánchez no solo tendrá una negativa a sus cuentas, sino también una nueva embestida nacionalista.

Es decir, que todo vuelve a estar en manos del independentismo, como en la moción de censura. En aquel momento, la sociedad española entendió que la sentencia del caso Gürtel debía tener consecuencias políticas y que el gobierno popular no tenía ninguna intención de asumirlas. La normalidad institucional del país exigía un cambio por salud democrática.

Se puede debatir sobre la oportunidad o no del apoyo de ERC y PdeCat a la moción, sobre si la necesidad de separar del poder al Sr. Rajoy era suficientemente prioritaria como para recabar el apoyo en las instituciones de los que se declaran enemigos del Estado o si la estrategia debería haber sido el desgaste de aquel gobierno hasta la convocatoria electoral.

Pero lo que estaba fuera de dudas, incluso para los que entendían que había una situación excepcional que requería una estrategia política extraordinaria, es que el voto independentista debería servir para que las urnas decidiesen definitivamente.

El independentismo es un fenómeno muy adherente por su carga emocional, una vez que se toma contacto con él, deja secuelas. Seguramente en la moción de censura pusieron encima de la mesa sus reivindicaciones máximas, o quizá las mínimas, con la certeza de que no se cumplirían incluso con su apoyo en el Parlamento.

Pero también sabían en ese momento que, cuanto más durase una situación en la que nada pueda ser aprobado sin su voto, más fuertes se irían haciendo. El Sr. Sánchez no está eligiendo entre el desgaste que supondría aprobar unos presupuestos con el apoyo independentista y el que supondría no aprobarlos con unas cuentas hechas por la derecha y que, en su momento, tuvieron la oposición de la bancada socialista.

Algunos dirigentes socialistas se hacen trampas al solitario dando por hecho que contarían con el respaldo de ERC y el PdeCat para sacar, mediante decretos leyes, muchas de las medidas ya anunciadas, como la subida del salario mínimo.

En realidad, el Sr. Sánchez no tiene opciones desde el momento que decidió e hizo público que no habría anticipo electoral, sus posibilidades son las que decidan ERC y el PdeCat.

En democracia, el gobierno debe contar con la confianza y el apoyo de la Cámara, lo contrario es una situación que se salda con la convocatoria electoral.