Iñaki Zaragüeta

Un nuevo abuso

Gibraltar tendrá que solucionarse por la vía diplomática. Lo único razonable que ha dicho el primer ministro británico, David Cameron. El conflicto bélico no es una opción. Ahora bien, el imperio de Su Graciosa Majestad sabe que los acuerdos y el derecho internacionales deben respetarse y nunca deben sustituirse con la política de hechos consumados, menos aún con países con buenas relaciones.

Aplaudo la contundencia del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, ante la provocación ¡y van...! del mandamás gibraltareño, Fabian Picardo, lanzando 70 bloques de cemento para impedir faenar a los pescadores españoles. Paso a paso, afrenta en afrenta, los gobernantes de La Roca, con el beneplácito de Londres, van alcanzando su objetivo de independencia definitiva de España y de su proclamación como nación, a pesar de las declaraciones de la ONU e, incluso, de las previsiones del Tratado de Utrecht que otorgó la soberanía temporal.

Margallo no ha hecho más que cumplir con su obligación ante el nuevo pulso lanzado por el llanito, uno más de los ganados durante decenios: aeropuerto, millas marítimas, ampliación del puerto, tráfico de droga y de dinero...

¡Cómo no! El PSOE ha dado un nuevo paso hacia su abismo poniéndose prácticamente del lado del socialista-laborista Picardo, demostrando una vez más su desconexión con la realidad y su preferencia ideológica sobre los intereses generales.

Además, ¿por qué no?, me gusta ver a Margallo peleándose con Picardo en el papel de Fernando María Castiella con aquel Joshua Hassan, el primer mandatario tras la concesión de autogobierno por parte de la Corona. La nostalgia de algunos hechos históricos producen bienestar, especialmente en este momento de asueto vacacional. Así es la vida.