Historia

Alfonso Ussía

Viaje de amor

La Razón
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Me recuerda al principio de una novela de Stephan Leacock: «La tormenta era terrible en el norte de Escocia. Pero ese dato no es fundamental. Las olas alcanzaban cuatro metros de altura en el nordeste de Inglaterra. Sobre Gales, lluvia torrencial entre rayos y truenos terroríficos. Pero nada de lo anterior importa. Esta historia principia una tarde de verano en el centro de Irlanda, donde lucía un sol tibio y delicioso». He leído que Iglesias Turrión y su Primera Dama han viajado de la mano para celebrar el primer centenario de la revolución Soviética. Por lógica, ese viaje de conmemoración proletaria tendría que haber tenido como destino una ciudad de Rusia. Moscú, San Petersburgo, Ekaterimburgo, Tsarkoie Seló o cualquier otra. Pero no. Han viajado a Bolivia. Y ya me dirán ustedes qué pinta Bolivia en el centenario de la revolución soviética y la posterior implantación de la dictadura comunista, con sus cien millones de seres humanos asesinados. En el desaparecido diario «Ya» de Madrid se publicó una noticia desconcertante: «S.E. El Jefe del Estado, Generalísimo Franco, ha invitado al Presidente de Filipinas, Diosdado Macapagal, a efectuar una visita oficial a Francia». Se entiende el comentario del general De Gaulle al conocer semejante abuso de confianza. «Cuidado con Franco, que nos va a llenar París de filipinos».

Celebrar el centenario de la dictadura comunista de la URSS en Bolivia es como recordar el aniversario de la Constitución de los Estados Unidos de América en Chechenia. Para mí, que han aprovechado la fatal circunstancia para hacer un viaje en pos de la recuperación del amor gastado. Qué duro es el amor gastado. Por primera vez en los últimos años, el gran machista ha sido el abandonado, y no el dejador. Y se ha llevado a Bolivia a su Primera Dama para detener al camión de la mudanza. Lo siento por los bolivianos, pero si la estrategia tiene un desenlace positivo, el sacrificio de Bolivia se puede dar por bien empleado. «No se sabe para qué vinieron, pero retornaron a su lejano hogar dejando tras ellos la luz de las luciérnagas que corroboran el amor». No es de Rilke, y menos aún de Suso de Toro, pero podría haberlo escrito perfectamente Monedero, el poeta del Orinoco, miel, sustancia, prestancia, blanco azúcar y golosina de Podemos.

El gran machista no gusta de ser cambiado por otro. Carece del carácter amable y civilizado de un granjero inglés. Se dice que los granjeros ingleses son los más abandonados por sus mujeres, que aprovechan el paseo matutino de sus maridos para activar al perro con la redacción de una nota que dejan bien visible sobre la mesa del comedor. «Stephen: Me voy con Chanooka, el jardinero malayo. Te he dejado las medicinas en la nevera. Tuya, Rosemarie». El granjero lee la nota, enciende su pipa y se afana en encontrar un nuevo jardinero. Pero de ahí no pasa.

El gran machista ha notado que la melancolía por la ausencia de la Primera Dama le ha herido la sensibilidad y el orgullo más de lo que aventuraba. Consecuencia de ello han sido, con toda probabilidad de acierto, el cúmulo encadenado de melonadas que ha protagonizado durante el golpe de Estado del separatismo catalán, que le ha costado a su partido la huida del 30% de sus votantes. De ahí el viaje a Bolivia, a encontrar de nuevo el pasmo de la pasión a costa del centenario de la revolución comunista. Una gran parte de Bolivia se extiende por el altiplano. Evo Morales, su presidente, en uno de sus más sorprendentes discursos a la nación, demostró el porqué en Bolivia no hay homosexuales. No por su exterminación por ahorcamiento en las grúas, como hacen los que financian a Podemos en Irán, sino por su rechazo a comer pollos de granja. Para Evo Morales, los pollos de granja amariconan al hombre, y ese descubrimiento es el que ha recomendado a Carulla, el empresario independentista y máximo accionista de «Gallina Blanca» a no establecerse en Bolivia. Es muy raro y complicado esto de escribir. Se salta del amor a Carulla pasando por los pollos en menos que liba una orquídea un multicolor colibrí. Me ha quedado bien la última frase.

Pues eso. Que Iglesias Turrión se ha llevado a la Primera Dama a Bolivia para recuperar su amor, no para hablar de Lenin. Pero ella, según me han contado, se resiste. La tragedia del amor gastado. Les propongo una nueva oportunidad. El 7 de febrero de 2018 se cumple el segundo centenario del fallecimiento del primer Marajá de Kapurtala. Para celebrarlo, podría Iglesias Turrión llevarse a su Primera Dama a un hotel de lujo en playa cubana. Y a ver si cuela.