Fútbol

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Vivan los abuelos

La Razón
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L23 Forofo

¿Debe ser forofo el periodista?

–No. Pero lo es. No siempre. Pero a veces lo es.

Leo siempre con gusto y curiosidad los artículos de Luis Racionero en «Mundo Deportivo». ¿Es forofo del Barça? Sí. No puede evitarlo. Rabiosamente forofo.

–¿Por qué lo lees entonces?

–Me divierte. Le admiro y le respeto. Leo sus novelas. Me divierten también. Es como es: forofo, abrumadoramente radical y más leal a sus sentimientos que a la objetividad.

He aquí lo que me divierte de su último artículo: «España, país bronco, tosco y malcarado con los árbitros». Está convencido, lo escribe al menos, de que los árbitros, como cuando Franco, ayudan más al Real Madrid que al Barça.

–¿Es que cuando Franco los árbitros eran más madridistas que barcelonistas?

–Eran como ahora: unas veces se equivocaban a favor del Madrid y otras a favor del Barça. Pero los críticos barcelonistas, también como ahora, eran más ruidosos y fanáticos que los cronistas madridistas. El fútbol es como la política: para que fascine y enganche tiene que ser estridente, mugidor.

M24 Premios Reales

Para mí, los Premios Nacionales del Deporte son los Reales Premios del Deporte. El acto de la entrega, afable, cálida, entrañable, lo presiden siempre los Reyes. Me pregunta un compañero:

–No te he visto este año en El Pardo.

–Me borró de la lista de invitados Miguel Cardenal. Se «vengaba» así de mi falta de sintonía con su hacer. Algunos políticos, tristemente, son como Cardenal. José Ramón Lete, a Dios y a la democracia gracias, no es cardenalicio.

El acto real es gentil, atractivo. Se lo dije un día a Don Juan Carlos (he sido siempre juancarlista). Cada día creo más en el afecto y en la lealtad y cada día descreo más de las ideologías) un día, digo, le dije a don Juan Carlos:

–Si la política fuese como el deporte...

Sonrió con esa sonrisa suya pilla, borbónica, contagiosa.

Celebro especialmente el Premio concedido a Iniesta. Soy «iniestista», lo confieso. Posee Iniesta la carismática virtud de la sencillez y el talento. La FIFA y la UEFA, naturalmente, todavía no se han enterado.

X25 Qué gozo

Nadal y Federer: qué gozo verlos. Podría decirse de los dos que resucitan, resucitan, y vuelven a resucitar. Si somos lo que pensamos y hacemos, que dicen los filósofos, qué bien piensan y hacen lo que piensan y hacen Nadal y Federer.

–Espléndido, sencillamente espléndido el «maestro» Nadal –elogia rendidamente admirado, sin rencor, el canadiense Milos Raonic tras su derrota–.

Nadal ha resucitado de nuevo. Seguro, agresivo, mágico, estético. Al margen de que gane o no el Open de Australia, Nadal es todavía todo eso. Como el «abuelo» (35 años) Federer. ¡Qué bella es la vida cuando nos la hacen bella!

V27 Abuelos

A los dos, a Nadal y a Dimitrov, diez en coraje físico y diez en coraje mental. ¡Qué cinco horas de incertidumbre, de nervios, de sufrimiento! Ganó Nadal y Salvador Santos, pegando un salto, exclamó:

–¡Qué grande es España cuando todos los españoles «somos» como Nadal!

Me incluyo sin rubor alguno en el pluralizado «somos». Dos «abuelos» de tronío y majestad en la final del Open de Australia: Nadal y su «fan» Federer. Dos dechados de excelencia en compañerismo y nobleza. 10 también para los dos, «cum laude», en este caso. ¡Vivan los abuelos menores de 40 años!