Referéndum en Reino Unido
Ya no basta con discursos
Obama se siente obligado a ir a Alemania para atender a las insistentes demandas de su amiga la canciller Angela Merkel y pide que le envuelvan el viaje en algo más amplio. El resultado es que no se ve unidad y claro propósito en lo que puede ser su gira de adiós al mundo desde la Casa Blanca. Veremos si el prometido gran discurso de hoy domingo sobre las relaciones trasatlánticas eleva el nivel. Falta haría, pero ya quedó muy atrás el tiempo en que el gran lector del «teleprompter» esperaba arreglarlo todo discurseando. ¡A buenas horas mangas verdes para acordarse de Europa! Y no es que desde este lado lo hayamos hecho mejor para apuntalar esa relación vital para nuestra civilización, la democracia en el mundo y un módico de estabilidad internacional. Pero sin liderazgo americano no existe y la tarea de Washington siempre ha sido tirar de los europeos y escuchar sus teatrales protestas como quien oye llover.
En Reino Unido se atrevió a mojarse desaconsejado el «Brexit» y la armó. ¿Cálculo o metedura de pata? Los llamados «pequeños ingleses», que siguen creyendo que el continente se queda aislado cuando hay tormenta en el canal, han puesto el grito en el cielo. Pero si tú tomas una decisión en tu casa que afecta a otros muchos, otros mucho tendrán derecho a opinar, y ése es el caso. Con lo igualadas que están las posiciones, cabe que la intervención del americano pese decisivamente en el resultado.
Harina de otro costal es el paso previo por Arabia Saudí. En Oriente Medio, más que nunca las opciones están entre lo malísimo y lo pésimo, así que no arregla mucho decir que lo que se ha elegido es muy malo, pero sí inquietarse de que la opción de Obama sea Guatepeor. ¿A qué ha ido? Parece que, en un nuevo acceso de autocomplacencia, a predicarles a los saudíes y a sus amigos del Golfo Pérsico para que se entiendan con sus archienemigos, los herejes chiíes del archirrival Irán. Puede que en derechos humanos, democracia, respeto, tolerancia y otras cosas muy apreciadas en Occidente, los regímenes de la orilla sur del Golfo no tengan lecciones que darles a los del norte, pero significan estabilidad, que a falta de otros bienes de más refinado gusto, resulta ser una característica muy apreciable, mucho más si se piensa en lo que vendría si lo poco que queda desapareciese por completo, que es lo que puede suceder si desaparece el extraño régimen saudí, basado en la alianza de una enorme familia cuajada de riquezas y privilegios con un clero de temible radicalismo, muy bien subvencionado, y una colección de tribus y jeques cuya fidelidad se ve apuntalada por los mismos procedimientos.
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