María José Navarro
Yo, Leonor
No se equivoquen: yo no estoy de vacaciones. Puede que esta gente disimule y crean Vds. que estoy retozando en una playa o algo. Nada de eso, que me tienen castigada hasta que cumpla los treinta. Voy empalmando regañinas. Que ya lo he dicho en casa: como siga a este ritmo tendré que pedir un indulto como todos los grandes sinvergüenzas españoles y encima ni vais a presionar ni nada para que me lo den, que os conozco bacalao. La última ha venido a cuento porque el abuelo ha estado de viaje a casa de los primos del turbante. Que yo no digo que no sea bueno se vaya a dar un rulo por ahí, ojo, pero que estas tuornés las carga el diablo. Salí a despedirle y se lo dije bien clarito: «Yo que tú no dejaba la garrota, que te pones muy coqueto con que no se te vea en las fotos y te vas a estozonar». Salió Altibajos y me pegó un pellizco que aún tengo el brazo que parece que me he tatuao un chupetón. La semana no había empezado bien, para qué nos vamos a engañar. Es que el lunes fue catorce y a mí me sale la parte materna y hasta lleve tarta al cole. Que si esto ya es la gota que colma el vaso, que creíamos que Carlota de Mónaco era un pendón y lo nuestro con esta va a ser peor, que si yo la encierro en una almena y que se pudra. «Menos ir al cine y más proletariado», dije pegando un portazo. Y entonces oí que echaban la llave por fuera. Total, que como me aburro encerrá, de esta tarde no pasa que me apunte al Meetic.
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