Sin Perdón
El cúmulo de errores de Sánchez
Estamos ante un auténtico esperpento que no es más que una cortina de humo. Lo único que le interesa al inquilino de La Moncloa es su continuidad
La política exterior cabalga a lomos de un caballo desbocado. No tiene ni coherencia ni rumbo. Es un disparate tan enorme, que solo la fe ciega de la izquierda mediática impide que exista una censura unánime. Tras la crisis provocada con Argentina, la última ocurrencia es unirse a dos grandes potencias con enorme peso internacional, como Irlanda y Noruega, para reconocer un esperpéntico Estado palestino. Es decir, darle un premio a los criminales de Hamás, que controlan Gaza, y a los corruptos de la OLP, que dominan Cisjordania. La capacidad de enredar de Sánchez no tiene límites, aunque cabe preguntarse por qué no hace lo mismo con Taiwán, que es una democracia, o el Sáhara Occidental. La realidad es que no se atreve, porque tiene miedo de China y Marruecos. Putin estará muy contento con esta decisión al igual que Alí Jamenei, que controlan a Hamás. Estamos ante un auténtico esperpento que no es más que una cortina de humo. Lo único que le interesa al inquilino de La Moncloa es su continuidad. Por ello, es capaz de reconocer a los amigos del presidente ruso.
No le importa que sean unos terroristas o unos corruptos, porque gobierna a golpe de efecto pensando en clave electoral. Había organizado este reconocimiento para intentar eclipsar el pleno del Congreso que trató sobre las polémicas que rodean a su mujer. Por cierto, no entiendo que delegue su defensa en su esposo. En su caso hubiera hecho, al menos, una declaración institucional, ya que no permitiría ni que me defendiera mi pareja ni que Milei me llamase corrupto. Es cierto que desde el momento en que el magistrado juez titular ha admitido la personación de Begoña Gómez a través de su abogado, el exministro Antonio Camacho, en las diligencias previas que instruye adquiere la condición procesal de investigada. No presupone nada, pero hay, en mi modesta opinión, una excesiva precipitación. No creo que ni Sánchez ni su esposa estén bien aconsejados, porque están consiguiendo que el tema se desborde. Mi madre, que es muy sabia, siempre me aconsejaba que «no hay mejor desprecio, que no hacer aprecio» y me ha ido muy bien. No sé si le irá bien en clave electoral y movilizará a sus votantes, pero el resto me parece un cúmulo de errores.
Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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