Aquí estamos de paso

Desafina el desatino

¿Cabe muestra más palmaria de la permanente inconsistencia en la que navega el gobierno de Pedro Sánchez?

El destino, que sabiamente define Borges como el nombre que aplicamos "a la infinita operación incesante de millares de causas entreveradas", quiere que en la misma mañana nos desayunemos con la imagen de la capitulación socialista ante Puigdemont (President, le llaman ahora) y asistamos a la ceremonia parlamentaria de mayoría de edad de la heredera del trono de España, la Princesa Leonor. Una superposición de ambas nos permite hacernos una idea bastante cabal de lo dislocado de la realidad política presente, tan enloquecida como para hacer convivir en el calendario el desatino y su encarnación institucional. Ver al mismo tiempo, cómo desprecian al Parlamento y la Corona los que apoyan y defienden que el acuerdo con Puigdemont es una necesidad democrática orientada a la reconciliación, ilumina con un fogonazo de realismo la insoportable levedad del criterio sanchista y su monumental desprecio a la realidad del país que gobierna y seguirá gobernando. Confrontar ambas realidades define el estado de la cuestión.

Hay quien defiende que la intención de los actores de la farsa política es apagar los ecos o los temores que el acuerdo con el fugitivo provoca, por la vía de celebrar la normalidad institucional de la jura de la Princesa. España no se rompe, mirad cómo tras la foto con Puigdemont, celebramos y aplaudimos la mayoría de edad de Leonor. Ambas son compatibles. Una cosa y su contraria pueden convivir sin temor a que la melodía desafine. Pero lo hace. Desafina el desatino. Resulta de una elocuencia realmente estremecedora ese esfuerzo del PSOE de Sánchez por sorber y soplar al mismo tiempo y casi a la misma hora: se fotografía con un prófugo de la justicia española como peaje para mantenerse en el poder y al día siguiente sostiene, ampara y aplaude desde ese poder que ahora ocupa de forma provisional, el máximo reconocimiento parlamentario –democrático, por ello– a la institución de la Corona, a la que sus socios, empezando por el de la foto, desprecian de la forma más sonora que pueden.

¿Cabe muestra más palmaria de la permanente inconsistencia en la que navega el gobierno de Pedro Sánchez?. Al menos la mayor parte del ala izquierda mantiene cierta coherencia en su comportamiento y Garzón, Belarra y Montero tampoco acuden a arropar a la Princesa de Asturias.

Todos olvidan que del mismo modo que la foto de Bruselas con el President, que tanto regocijo publica en la bancada de izquierda asociada para gobernar, es un acto partidario que admite pocos matices, lo de ayer en el Congreso es una celebración constitucional, democrática, por tanto, cuyo desprecio lo es de, entrada, a la propia institución parlamentaria.

Sánchez vuelve a entreverar las causas que dibujan nuestro destino con el hilo del desatino que lo atará al poder al precio de reforzar posiciones y futuro de quienes desprecian lo que él asegura defender. Supongo que la reconciliación a la que alude Sánchez, el supuesto reencuentro que encarna la foto de Bruselas tiene su límite en la frontera del respeto a la Institución Monárquica, y con ella a la Constitución. La mano se tiende, por lo visto, en una sola dirección.