Parresía

Desconexión total

Una sensación general de que, con tal de seguir gobernando España, aquí todo vale

Cuando vives enganchada al trabajo, a tope de adrenalina, algunas veces tu cuerpo se queja, activa sus alarmas, y las vacaciones te resultan una necesidad imperiosa. Te visualizas muy muy lejos, de todo y de todos. Tú con tu mente en blanco, cubierta de salitre, reseteando al sol, en una playa desierta. Tú tumbada delante de un césped infinito, leyendo ese libro tan bien escrito, tan envolvente. Tú despreocupada, caminando y cantando tu música favorita mientras atraviesas un paisaje que te regala esa sensación de sosiego con la que sueñas. Tú abrazando a tus seres queridos, disfrutándolos largamente, derrochando carcajadas que serán recuerdos valiosos. Tú viajando a esos lugares idílicos que habías buscado tantas veces en Google, para cargarte de motivación. Tú, por fin, dormitando hasta que te plazca, con el único propósito de no hacer nada. Eso, amigos, es el verano. Los días anhelados por los que empezamos a transitar en agosto millones de españoles.

Otra cosa es lo que nos ocurre a algunos cuando llegamos a la meta estival. Me cuesta desconectar del trabajo. En primer lugar, porque me encanta este oficio de locos y no puedo estar mejor rodeada. Y ahora, más que nunca, por todos los acontecimientos que nos rodean. Hoy sabremos, por fin, si los militantes de ERC deciden coronar al socialista Salvador Illa como presidente de la Generalitat. A cambio de tantas concesiones al independentismo –concierto catalán incluido– hay un incendio que se descontrola en el corazón del PSOE, con algunos de sus dirigentes rechazando abiertamente la idea de que Cataluña salga del régimen común. Hay también una investigación a la mujer de Pedro Sánchez que, aunque no tenga finalmente recorrido jurídico, sigue levantando ampollas en La Moncloa. Hay una idea de federalismo egoísta –que pasa por romper el principio de solidaridad– hacia la que nos quiere conducir de repente este Gobierno, sin habérnoslo consultado. Una sensación general de que, con tal de seguir gobernando España, aquí todo vale. Y un líder de la oposición que se ha ido de vacaciones antes que el presidente del Gobierno. Hay una clase política que ya solo tuitea.

Ahí fuera, empezamos a ganar medallas en las Olimpiadas tras despedir de las pistas al legendario Rafa Nadal, mientras la guerra en Oriente Próximo amenaza con expandirse. Hay también unas elecciones fraudulentas en Venezuela y otras en camino, en Estados Unidos, que nos interesan porque, dependiendo de quién las gane, nos irá igual… o peor. ¿Cómo no dejarse atrapar por las garras de la actualidad, incluso en vacaciones? Tendremos que intentarlo un año más. No vamos a heredar la empresa, nadie es imprescindible. Me lo digo y os lo repito a vosotros, que os habéis tomado la molestia de leer mi última columna de la temporada. Os deseo lo mismo que a mí misma: desconexión total.