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Descubridores

Lo sencillo o lo esforzado no es bueno ni malo gramaticalmente, es simplemente lógico

Es vano cualquier enfrentamiento sobre supuesta literatura popular y supuesta literatura elitista, como se ha querido polemizar últimamente. Al final, en esto de la escritura todo se reduce a escribir mejor o escribir peor. Cierto es que hay escritos de más fácil acceso y textos de más difícil acceso. Pero existen muchos ejemplos de textos de acceso sencillo que cuadran verdades en pocas palabras; del mismo modo que, para profundizar en las complejidades paradójicas de la vida humana, existen escritores que han hecho verdaderas maravillas con la riqueza léxica y los malabarismos de la sintaxis. Lo sencillo o lo esforzado no es bueno ni malo gramaticalmente, es simplemente lógico. Y es también lógico que el acceso fácil goce más del favor del público fatigado. Del mismo modo que son lógicos el viento, la lluvia o el crecimiento demográfico.

Ahora bien, quien sienta que el propósito de la escritura no es otro que adentrarse en una exploración de la vida humana deberá asumir algo innegable. Que, para esa indagación, la escritura es tan solo una herramienta, algo así como el machete que usa un explorador para abrir una senda en la jungla humana. Y, como pueden darnos fe todos los exploradores que se han lanzado a una travesía por cualquier territorio intrincado, si uno tiene dos dedos de frente y quiere volver vivo o llegar a alguna parte, querrá también lógicamente disponer de los mejores machetes, el mejor equipamiento para su aventura.

Yo tengo mucho respeto y una enorme simpatía por los exploradores. Ellos sí que se juegan la vida. Los escritores mucho menos, a no ser que tengamos la desgracia de vivir bajo una dictadura asesina, que hay muchas. Unos y otros labran su senda. Hay quien sigue los pasos de las que ya están abiertas y otros, valiente y quizá suicidamente, se lanzan a desbrozar terrenos donde aún nadie encontró senda alguna.