
Aunque moleste
Mazón culpable, Sánchez también
El «si necesitan recursos, que los pidan», delata a su autor
Sainete de Puigdemont al margen, las torpezas de Mazón el día de la Dana no tienen justificación. Debería haber dejado el cargo. Al no hacerlo, se eliminan del foco a otros responsables de la mala gestión, empezando por Sánchez. La lapidaria frase de «si necesitan recursos, que los pidan» retrata y delata el lamentable cálculo del jefe del Ejecutivo central, dejando «sola» a la Generalitat y abandonando a las víctimas durante días. La responsabilidad en la coordinación de la gestión no podía ser más que del Gobierno, como reconoció Felipe González. Solo era cuestión de accionar la Emergencia Nacional poniendo al frente al ministro del Interior, para coordinar al Ejército, las FSE, la ayuda internacional y los medios de protección civil de la Generalidad, claramente insuficientes.
Mazón reconoció errores, destituyó a altos cargos y pidió perdón, aunque eso no sea suficiente para tapar su inoperancia. Pero es que Moncloa ni reconoció error alguno ni nada. Sánchez salió huyendo de Paiporta y no se atrevió a asistir al funeral religioso. Por algo sería. No tendría la conciencia muy tranquila al no enviar efectivos en los días que siguieron a la tragedia, amparándose en que los tenía que pedir Mazón. Planteamiento ridículo de quién sabía de la responsabilidad de Teresa Ribera tanto con los radares de la AEMET como en las alertas del nivel del agua en ríos y barrancos, o la gravedad de haber dejado los cauces repletos de porquería, las multas a los agricultores por limpiarlos provocándose tapones, los no avisos por desembalses, y las obras programadas y nunca realizadas, que podrían mitigar los arroyaderos.
Ribera se permitió en Bruselas responsabilizar a los afectados por «no tomar en serio las alertas rojas, sistema estandarizado a nivel europeo, que recomienda (en rojo) que todo el mundo se quede en casa». Grave afirmación de la entonces vicepresidenta, desmentida por la realidad. Las alertas fallaron porque el aviso rojo era «para evitar desplazamientos por la provincia», cuando la mitad de las muertes se produjeron en casas y garajes. Luego las alarmas, que se enviaron tarde por Mazón, no hubieran evitado gran parte de los fallecimientos, que «no fueron por culpa de la lluvia, sino de la ola», según los vecinos, provocada también por los desembalses de Loriguilla, Buseo y Forata. Hubo que abrir las compuertas, puesto que se iban a desbordar. El alcalde de Algemesí dijo: «No fue una inundación, que es cuando poco a poco va creciendo el nivel del agua; fue un tsunami que entró por las calles destrozándolo todo». Y se preguntó: «¿Por qué no se nos avisó de que se iba a aliviar agua de Forata? El problema no es que se alivió, pues si la infraestructura iba a reventar, había que aliviar. El problema es que nadie nos avisó». Luego, aunque las alertas hubiesen llegado, de poco habrían servido al no pedir a los ciudadanos que «busquen refugio en zonas altas». Quedarse en casa, como dijo Ribera, no hubiera evitado la muerte de las 97 personas que fallecieron en sus domicilios o garajes.
Y las ayudas. Se dieron «créditos avalados», un dinero a devolver, cuando el problema de quienes perdieron su negocio es que se quedaron sin dinero para vivir. Debieron darse ayudas a fondo perdido. En esto la Generalitat ha funcionado mejor que el Gobierno. Pero la torpeza de Mazón lo contamina todo.
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