El trípode
«La desinformación y el bulo eres tú»
Ha sido precisamente él quien ha faltado a cuantos compromisos públicos había asumido, destacado de entre ellos, el comprometerse a no indultar a políticos –y mucho menos a amnistiarles– que es una medida inconstitucional, como él y sus corifeos reiteradamente afirmaron.
Con la «espantada» realizada, y la incalificable manipulación hacia la opinión pública española, mintiéndola con el falso pretexto de un retiro para «reflexionar acerca de su futuro», Sánchez incluso se atreve ahora a alertar acerca de que la democracia en España se encuentra amenazada. Así lo afirma repetidas veces en la insólita carta dirigida a la ciudadanía, previniéndola de lo que, en todo caso él, ha sido y es, el mayor responsable al convertirla en el lodazal –y con fango hasta las rodillas– que él denuncia. Resulta el colmo del cinismo pretender además erigirse en el salvador de la democracia –aquí e incluso a nivel mundial–, para protegerla de la amenaza de la «internacional ultraderechista», lo que describe al personaje que está al frente del gobierno de la Nación. Para intentar impedir que el «síndrome de la rana» se expanda todavía más por la sociedad española, es preciso alertar de los riesgos que conlleva quien reside en la Moncloa.
Ha sido precisamente él quien ha faltado a cuantos compromisos públicos había asumido, destacado de entre ellos, el comprometerse a no indultar a políticos –y mucho menos a amnistiarles– que es una medida inconstitucional, como él y sus corifeos reiteradamente afirmaron. A no aceptar que la estabilidad del gobierno dependiera de los separatistas; o que «con Bildu no había nada que hablar y que si era necesario lo repetiría 20 veces», etc, etc. Es de tal magnitud el incumplimiento de sus promesas, que su palabra carece de valor, lo que en un gobernante resulta de una enorme gravedad. Con estos precedentes, que sea precisamente él quien se atreva a presentarse como garante de la democracia «amenazada por la desinformación y los bulos» que enfangan la política, supera todo lo admisible. Una sociedad civilizada, democrática, plural y diversa, como la española, no puede aceptar pasivamente que acuse de enfangar la política precisamente quien es el mayor responsable del lodazal existente, por la lamentable falta de respeto a la verdad por su parte. Que se atreva a denunciar «la desinformación y los bulos» como una amenaza a la democracia, quien es incompatible con la verdad, lo dice todo. El ejemplo que traslada a la sociedad, y en especial a los más jóvenes con su conducta pública, es que «el fin justifica los medios», incluyendo entre éstos incumplir la palabra dada y saltarse todas las líneas rojas de la ética y la moral públicas. El muro que construye y que pretende aislarnos de la internacional ultraderechista está formado por Otegi y Puigdemont como piedras maestras. Y con el cemento del bulo de su palabra.
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