Debate de investidura
Ana Pastor abre la puerta a una legislatura de pactos
Hoy se pone en marcha la duodécima legislatura con el nombramiento de los miembros de la Mesa del Congreso y de su presidente. O presidenta, si se cumple, como está previsto, el pacto que el Partido Popular y Ciudadanos cerraron ayer. El nombre de Ana Pastor para ocupar la tercera representación del Estado es sin duda acertado y, sobre todo, da pistas de un nuevo tiempo que estará marcado por el pacto, el acuerdo, el trabajo legislativo riguroso y una visión política más allá del corto plazo. La ministra de Fomento en funciones representa lo mejor de la política –la acción política guiada por principios éticos y la buena gestión– y es una baza de peso que Rajoy ha jugado con inteligencia y generosidad. El acuerdo alcanzado con Ciudadanos pone la llave para que las tareas del Legislativo se puedan desarrollar de la manera que exige la composición del Parlamento: con mucha negociación y asumiendo responsabilidades colectivas, las que le tocan al Gobierno, que son las principales, y las que le corresponden a la oposición y de las que no debe escabullirse. Los populares han cerrado un acuerdo con Albert Rivera, pero únicamente para la conformación de dicha Mesa, aunque hay que recibirlo muy positivamente, ya que augura que el partido naranja actuará como una fuerza comprometida con la gobernabilidad. El acuerdo implica que Ciudadanos tendrá dos puestos fijos –con la vicepresidencia primera–, de un total de nueve, y el PP, tres. Ambas formaciones tendrán mayoría en el órgano de gobierno de la Cámara para poder organizar los debates y el reparto clave de los grupos. Las negociaciones para la constitución de la Mesa han evidenciado que el bloque de izquierdas es incapaz de defender a un candidato común para la presidencia del Congreso y, por lo tanto, la imposibilidad de llegar a un acuerdo de Gobierno entre PSOE, Podemos y otras formaciones nacionalistas e independentistas que pueda tomarse en consideración. La constitución de las Cortes arranca con idéntica incertidumbre que la de la pasada y frustrada legislatura, pero hay un factor que juega a nuestro favor: se ha quemado la posibilidad de repetir las elecciones y sólo cabe la opción de dejar que el partido más votado, el PP, pueda formar Gobierno. Rajoy despejó ayer ante la Junta Directiva popular cualquier duda: se presentará a la investidura. Admitió que es difícil gobernar con 137 diputados, pero, «si eso es lo que quieren los demás, lo vamos a hacer». No obstante, como se encargó Rajoy de reseñar, es necesario un gobierno «claro y pactado». Es decir, con unos objetivos de los que la oposición no puede ser ajena, como el déficit, el techo de gasto y los compromisos europeos. No hay más margen que contar con el apoyo de Ciudadanos –de ahí que el acuerdo sobre la Mesa del Congreso sea tan significativo– y la abstención, al nivel que sea, de los socialistas. Rajoy es el primero en reconocer que no se puede gobernar si el resto de fuerzas políticas lo impiden. Pedro Sánchez también sabe que bloquear la situación sería una irresponsabilidad mayúscula, de ahí que ayer suavizara su posición y hablara de un «gobierno conservador no continuista», lo que es un matiz importante que debe interpretarse como una puerta abierta a dejar que Rajoy gobierne. La agenda no puede esperar, según el presidente popular indicó ayer: el techo de gasto debe aprobarse a finales de agosto y el 23 de septiembre deberíamos tener nuevos presupuestos. Estamos más cerca de la solución.
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