Papel
Carmena coloca a la familia
El equipo de gobierno de extrema izquierda del Ayuntamiento de Madrid parece dispuesto a sumergir la vida del consistorio en una escandalera permanente sin que los problemas de los ciudadanos aparezcan en su agenda diaria. Como Pablo Iglesias, Manuela Carmena nos anunció una nueva forma de entender la vida y el servicio públicos, alejada de los manejos de lo que denominaron como la casta y sus primeras decisiones presentan las peores lacras de la más desacreditada política. La alcaldesa ha nombrado a Luis Cueto, marido de su sobrina, como coordinador de la alcaldía de la capital en una decisión que burla la normativa aprobada por la anterior regidora, Ana Botella, que pretendía evitar el fichaje de familiares para cubrir puestos eventuales y de confianza. El Ayuntamiento replicó ayer que las designaciones se ajustaban a la legalidad porque los directivos como Cueto «no son personal de confianza, es decir, no son personal eventual y no tienen la misma consideración legal que estos últimos», que son, según la versión del gobierno populista, a los que se refiere la iniciativa de Ana Botella. Carmena respondió con un enredo reglamentista para desviar el foco sobre lo realmente trascendente que es que eligió a un familiar para un cargo de confianza como si fuera el único de la extensísima relación de funcionarios de la Administración con capacidad para desempeñar esa responsabilidad. Lo que hay, por tanto, es un brote de nepotismo que Manuela Carmena no podrá disimular con borrosas interpretaciones de una normativa que, por lo demás, cuenta en su espíritu con una claridad y una rotundidad meridianas. Obviamente, no están en cuestión el conocimiento ni la preparación del nuevo jefe de gabinete, pero sí que su vínculo familiar fuera determinante para que los 90.000 euros de sueldo que lleva aparejado el cargo acaben en sus bolsillos y no en los de otro candidato. Como la mujer del César, además de ser honrado, hay que parecerlo, y la decisión de Carmena no lo es. Y no lo es con el agravante de provenir de una formación que se ha dedicado a difamar y denigrar a los grandes partidos, especialmente al PP, como si ostentara el patrimonio de la honestidad y de la ética políticas, lo que está muy lejos de la verdad. La alcaldesa se ha dejado demasiados jirones de credibilidad en estos pocos días al frente del Ayuntamiento con su respaldo a las canalladas tuiteras de sus concejales y a los actos de violencia contra los derechos fundamentales de su portavoz, y ahora con la colocación de la familia. Ni su trayectoria ni su discurso político ni su sometimiento a Podemos hacían presagiar nada bueno para el consistorio de la capital, pero la realidad es que las primeras jornadas de Manuela Carmena son mucho peores de lo esperado. Y mientras, el PSOE, su socio, sigue de perfil.
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