Política
Debilidad del gobierno socialista francés
La división en el seno del socialismo francés ha obligado al Gobierno que preside Manuel Valls a aprobar por decreto, sin pasar por la Asamblea Nacional, dos leyes imprescindibles para reconducir una economía que va camino del despeñadero. Nos referimos a la ley de liberalización de las actividades económicas –aprobada en 2015– y a la reforma laboral, que seguirá el mismo procedimiento ejecutivo que la anterior. Se trata de una muestra evidente de la debilidad del presidente galo, François Hollande, y de su primer ministro que, sin duda, recogen el fruto de largos años de demagogia populista que ha ido retrasando los inevitables cambios de un modelo productivo ineficaz e incapaz de cumplir las exigencias del Eurogrupo. La decisión de imponer por «decretazo» la reforma laboral provocará nuevas movilizaciones callejeras y ahondará en la crisis de identidad que viven los grandes partidos franceses, a derecha e izquierda, cada vez más cuestionados por una población asustada por el crecimiento del paro y el deterioro de los servicios sociales y que está siendo bombardeada por los mensajes simplistas antieuropeos de la extrema derecha que representa el Frente Nacional de Marine Le Pen. El populismo, de otro signo, que también asoma su rostro en Francia.
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