Roma

Fiesta española y universal

El Doce de Octubre de 1492 se produjo un acontecimiento trascendental para la humanidad. Fue una obra española que no sólo completó la geografía de la Tierra, sino que significó el fin de una época y el principio de la modernidad. Todo el imaginario del hombre cambió decisivamente con el impulso de los dioses del viento, aquellos navíos de madera alados que, de una orilla a otra, ensancharon los espíritus y transformaron la percepción que de sí misma tenía la vieja Europa. Fue –no es posible ocultarlo– una empresa fundamentalmente hispana, el esfuerzo de una cultura rica, en pleno vigor, que pese a todos los avatares aún encarnaba los principios de universalidad que inspiraron la magna obra de Roma. Y como tal, lejos de la zafia caricatura, trató, y consiguió en mayor medida, extender su mundo bajo los valores que consideraba, con todo derecho, los mejores. Ninguna obra humana está exenta del error, incluso de la iniquidad de algunas conductas, pero la conquista y colonización española de América se hicieron sobre las bases del derecho preexistente y significaron una revolución que sacudiría hasta los cimientos de la filosofía. En toda América, el Doce de Octubre tiene un significado especial, de fecha grande. La conmemoración del nacimiento de una cultura única, por mestiza, sin la que no es posible explicar lo que hoy somos. A tenor de los tiempos y de las circunstancias, de las percepciones coyunturales de las distintas repúblicas nacidas del Imperio, la efeméride puede cambiar de nombre –día de la Raza, de la Hispanidad, de las Américas, de la Resistencia Indígena, del Encuentro... – pero nunca ser olvidada. La Unesco la define como el día de la lengua española y, en España, con impulso venido de las tierras argentinas en los primeros años del siglo XX, pasó a denominarsde Día de la Hispanidad y, tras la democracia, se convirtió en la Fiesta Nacional. Por todo lo expuesto, no nos escandaliza, ni siquiera nos asombra, la obsesión que demuestran contra esa fecha española y universal los separatistas catalanes, especialmente los vinculados al extremismo de ERC. Ni es nuevo, ni es exclusivo. Individuos como Hugo Chávez, Daniel Ortega o Fidel Castro, de dudosas credenciales políticas y democráticas, han demostrado la misma obsesión, lo que no hace más que dignificar la Fiesta. Durante esta semana previa, en Cataluña, esas organizaciones separatistas, con el poco edificante silencio de CiU, tratarán de identificar la festividad con el «fascismo», buscando estigmatizar a quienes no piensan como ellos. Algunos, muy minoritarios, tratarán incluso de impedir por la violencia cualquier demostración festiva. Otros, como el PSC, se pondrán de perfil. En todo caso, es obligación de la Generalitat velar para que todo aquel que lo desee pueda celebrar la Fiesta Nacional en paz y libertad.