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La Justicia siempre se abre camino

La Razón
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Se sienta en el banquillo de los acusados, para responder de un delito de humillación a las víctimas, el concejal del Ayuntamiento de Madrid Guillermo Zapata. Es la culminación de un largo procedimiento penal, con posiciones enfrentadas entre las distintas instancias judiciales, pero que no podía tener otra conclusión que la apertura de la vista oral, que es, en definitiva, donde se establecerá la inocencia o culpabilidad del acusado, autor confeso de la difusión de una serie de tuits de pésimo gusto, en los que se burlaba, entre otras, de Irene Villa y de las niñas asesinadas en Alcácer. Durante toda la instrucción, se ha intentado reducir la existencia o no del delito a la percepción personal de la destinataria de los insultos, obviando que los delitos son autónomos y trascienden al individuo directamente afectado, en este caso Irene Villa. Así, otras víctimas del terrorismo etarra, representadas por Dignidad y Justicia, que preside Daniel Portero, han mantenido la acusación. Guillermo Zapata será, pues, juzgado como cualquier otra persona, con todas las garantías procesales, pero sin los privilegios que demandó a la sala. Su condena o absolución es lo de menos en este caso, porque lo importante es que, al final, la Justicia siempre se abre camino, incluso contra la íntima y legítima convicción de un juez instructor.