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La obsesión anticlerical de la extrema izquierda
Izquierda Unida y Participa Sevilla (la marca blanca de Podemos) llevaron ayer al Pleno del Ayuntamiento de la capital hispalense una moción que reúne la obsesiva inquina de la extrema izquierda contra la Iglesia católica. Los socios del alcalde socialista Juan Espadas plantearon eliminar las calles con nombres relacionados con la religión, vetar al arzobispo y retirarle la condición de autoridad pública y prohibir la presencia del alcalde y los concejales en cortejos como los de La Hiniesta o el Corpus. Lo ocurrido en Sevilla no es un hecho aislado –que ya sería grave–, sino la norma en la conducta de esos grupos, más visibles en aquellas administraciones que dirigen, como Madrid y Barcelona, donde no han perdido la oportunidad de atacar a cualquier tradición o hecho religioso. La celebración de las últimas Navidades, el «padrenuestro» blasfemo o la retirada de la placa por los carmelitas fusilados en Madrid, entre otros, son ejemplos de ello. Hay, pues, una obsesión por erradicar lo católico, por criminalizarlo. La libertad religiosa es una condición principal del Estado de Derecho. Quienes atentan contra ella, la amenazan u ofenden la fe, en este caso, de la inmensa mayoría de los españoles demuestran su ánimo liberticida y su escasa talla no sólo cívica, también demócrata y moral.
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