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Nada que esconder

La Razón
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Durante su intervención ante el Comité Ejecutivo del PP el pasado día 2, Mariano Rajoy se comprometió a hacer públicas en la web de La Moncloa sus declaraciones de la renta y de patrimonio. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, confirmó ayer que el presidente cumplirá hoy su palabra. Será el primer jefe de Gobierno de la democracia que da ese paso como una decisión exclusivamente personal. Lo hará después de que ayer el PP publicara en su página en internet las finanzas del partido en toda España correspondientes a los ejercicios 2008, 2009, 2010 y 2011, que están pendientes del informe del Tribunal de Cuentas. Los ejercicios anteriores auditados por el órgano supervisor se incluyen en la web oficial, tal y como exige la Ley. En un coyuntura compleja, en medio de una clima de tensión provocado por la publicación de unos papeles apócrifos con evidentes rasgos de falsedad y una operación de agitación y propaganda orquestada desde la oposición, el PP ha decidido dar un paso al frente en la única dirección posible para un partido o una institución que no tiene nada que ocultar y que puede someterse al escrutinio público sin temor alguno. Las decisiones, materializadas este fin de semana, suponen en sí mismas el mayor ejercicio y compromiso con la transparencia que tanto demanda y necesita una opinión pública sometida a duros sacrificios económicos y sociales y que se encuentra desorientada y atónita ante lo que lee y escucha sobre determinados comportamientos públicos. En esa encrucijada, el mejor servicio al interés general desde las formaciones políticas es poner a disposición de cualquier ciudadano aquello que algunos juicios malintencionados y oportunistas han puesto en cuestión. Luz y taquígrafos sobre lo que, por lo demás, ha estado y está bajo el exigente foco de los procedimientos fiscalizadores del Estado y del Tribunal de Cuentas. Por tanto, ni por lo más remoto ha existido impunidad ni barra libre. Por lo demás, de los datos facilitados por el PP se aprecian unas cuentas saneadas con superávit entre 2008 y 2011, que las cuotas de los afiliados aportaron unos doce millones de euros y que las subvenciones públicas suponen, como en el resto de partidos, el ingreso más importante. Rajoy ha comprendido de forma adecuada lo que la situación exigía en un tiempo en el que España libra una dura batalla contra la crisis, pero también por ganar confianza y credibilidad. La imagen de una corrupción estructural, que algunos estaban fomentando con evidente mala fe, obligaba a decisiones concluyentes como la que el presidente publicara su renta y patrimonio por primera vez. Un compromiso de este calado contra la opacidad fortalece no sólo al partido y al Gobierno, sino a la democracia. Una zancada regeneradora que debe ayudar a que la herida de la desafección ciudadana mejore.