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Peligra el botín del PNV

La Razón
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En todo esto no existe una visión romántica. Es dinero. Fondos de todos los españoles con los que se han construido unas cuentas públicas que deben dar respuesta a las necesidades de todos los ciudadanos y que salieron adelante dentro de unos acuerdos de gobierno a los que se comprometieron distintas fuerzas políticas. Cada una con sus intereses particulares. Una de ellas, especialmente, vendió su voto a favor a un caro precio. Hizo valer su apoyo –y con ello dio aire a la gestión y la presidencia del Gobierno–. Hasta el pasado viernes. Ese día, siguiendo sus cálculos políticos y electorales, el Partido Nacionalista Vasco rompió el acuerdo de gobernabilidad con el PP y dio su apoyo al PSOE, propiciando así la caída de Mariano Rajoy al frente del Ejecutivo y situando en su lugar al líder socialista Pedro Sánchez. Así las cosas, el acuerdo firmado con el PNV, por el que la comunidad autónoma vasca recibiría más de 540 millones de euros, ha quedado tocado ante la deslealtad –y para muchos filibusterismo– que ejerció el nacionalismo vasco. Al absurdo político de ver al PSOE llegar a La Moncloa con el apoyo de los nacionalistas vascos y catalanes, además de populistas e incluso del partido de los proetarras, se suma la confusa situación de ver cómo el Partido Socialista se comprometía a mantener unos Presupuestos Generales del Estado –que son los del PP– y contra los que votaron; pero que, por no desairar y predisponer en contra al PNV, están dispuestos a dar de paso en el Senado. Ese mundo al revés tiene, esta semana, con su paso por la Cámara Alta, la oportunidad de situar en su justa medida las viejas exigencias del PNV. Al País Vasco, como a todos. En esa estación el Partido Popular encontrará socios posibles entre esos mismos que votaron contra él en el Congreso de los Diputados. De hecho, Unidos Podemos, ERC, PDeCAT, EH Bildu y Compromís tienen presentados vetos parciales a distintas partidas de esos PGE. «Los que son responsables de haber firmado esa moción de censura también son responsables de asumir las responsabilidades de la política que el señor Sánchez conlleve», recalcó ayer Adrea Levy, vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular. No se trata de hacer tabla rasa con lo firmado. Se da por hecho que la subida de las pensiones se mantendrá –un tres por ciento para las más bajas y un 1,6% para las más altas–, también los acuerdos sobre el cupo vasco o diversas inversiones en infraestructuras. Otras cosa es la pedrea que el PNV logró por su apoyo a la gobernabilidad y la estabilidad que representaba el gobierno popular. Eso ha saltado por los aires. Quien no cumple sus compromisos no puede esperar que los demás sean honestos con ellos. Una situación que resulta aún más lacerante cuando estos, desde el PNV, insisten una y otra vez en que ellos «cumplen la palabra dada». Está claro que no. Por otro lado, los populares quieren evidenciar que el socialista Pedro Sánchez tendrá que contar con ellos para cada iniciativa que plantee. El PP tiene mayoría absoluta en el Senado. Hará que el proyecto de presupuestos tenga que volver de nuevo al Congreso, que deberá ratificar las enmiendas parciales introducidas en el Senado o mantener el texto aprobado inicialmente. El PSOE deberá volver a conformar una mayoría en el Congreso y sacar adelante unos PGE que intentó tumbar meses antes. Una situación que retratará la debilidad de los socialistas y la pequeñez del PNV para decidir o sentenciar sobre todos los españoles. Queda mucho partido presupuestario.