Europa

Elecciones Generales 2016

Rajoy, valedor de un gran pacto

La Razón
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España necesita un gobierno presidido por Rajoy, que lidera el partido que ganó las elecciones, y que cuente con la participación o el apoyo del PSOE y Ciudadanos. Lo razonable sería que estas dos formaciones se sentaran con el PP para negociar un acuerdo de gobierno y una vez alcanzado se estableciera la composición de este Ejecutivo que sólo puede ser presidido por Rajoy, como sucede en iguales circunstancias en el resto de Europa. En caso de que no sea posible por la cerrazón de Pedro Sánchez y Albert Rivera, lo más conveniente será acudir de nuevo a las urnas y que asuman las consecuencias por su obstruccionismo. Por supuesto, Rajoy tiene y tendrá la legitimidad, la autoridad y el derecho a volver a encabezar la lista del PP. Y es que la fracasada investidura de Pedro Sánchez ha dejado claras varias cuestiones que no deberían repetirse. La primera es básica: que no se pueden crear falsas expectativas, que una cosa es la legítima ambición de conseguir la presidencia del Gobierno y otra, contar con los votos suficientes. La segunda, que la aritmética parlamentaria no es suficiente, que hay que tener un proyecto coherente y viable de gobierno. La tercera es que cuando se recibe el encargo del Rey para formar Gobierno es porque los pactos que lo faciliten deben estar cerrados, es decir, que el ofrecimiento no se entienda como un imperativo por el cual deba apoyarse a un candidato en el que no se cree y, al final, recaiga la responsabilidad no en quien no consiguió los votos necesarios (PSOE), sino en quien se negó a darle el apoyo (PP). Podríamos añadir una más, producto del sectarismo imperante en la izquierda y el acoso del populismo izquierdista e independentista: confundir una investidura con una moción de censura, porque no por disponer de la mayoría de votos contra el actual presidente del Gobierno se suma para sustituirlo. Por lo tanto, hablar de un «gobierno del cambio» no ha sido más que una fórmula para atraerse formaciones de todo el espectro político y para simular que se disponía de una mayoría cuando se ha demostrado que no es así. Es decir, como dijo Rajoy, es un «ente de ficción». Desde un principio, Mariano Rajoy ha sido claro en su planteamiento: alcanzar una gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos. Esta ha sido su opción y la que más conviene a España en estos momentos, que es, a la postre, la más valorada por los ciudadanos. Rajoy ofreció dialogar a Sánchez y lo ha vuelto a hacer, algo a lo que éste se ha negado reiteradamente porque sabe que el contenido no podía ser otro que alcanzar un acuerdo con Albert Rivera y pedir la abstención de los socialistas a través de un programa de medidas que pudiesen defender las tres partes. La diferencia de este pacto con el que ha propuesto Sánchez es que, sin contar con el PP, no es posible realizarlo; de ahí que haya supuesto un fracaso político para el candidato socialista. En el caso de Rajoy, saliese adelante o no, estaríamos hablando de una gran operación política que inauguraría un nuevo ciclo de pactos y alianzas con sentido de Estado. No hay que perder de vista que la herencia de Rajoy es que se haya podido detener el deterioro de la economía española, poner las bases para un nuevo desarrollo y conseguir la confianza de nuestros socios europeos y de los mercados, algo que, aunque el acuerdo firmado entre PSOE y Ciudadanos se empeñe en rebatir, no estaría lejos de una nueva versión del pacto para sumar, a través de la abstención, a los socialistas. Sin duda, la corrupción ha golpeado fuertemente al PP, pero a Rajoy no se le puede juzgar sólo por esos lamentables hechos, de la misma manera que no son atribuibles a Sánchez los fraudes generalizados en la administración andaluza. Va siendo hora de que el todavía líder socialista ponga los pies en la tierra.