Política
Sánchez no puede volver a jugar con la estabilidad
A medida que se acerca la hora de la verdad para dirimir el liderazgo en el PSOE el próximo domingo, Pedro Sánchez transmite a la militancia socialista y a la opinión pública que su principal aportación al presente y al futuro de los españoles será presentar una moción de censura contra el presidente del Gobierno. El ex secretario general socialista marcó ayer las pautas de esa iniciativa que serían estar encabezada por el PSOE, o sea por él, y contar con garantías de que prospere. Y aquí es donde el planteamiento patina o chirría porque Pedro Sánchez es reincidente en sus errores y no acaba de asumir que los números no cuadran como tampoco lo hicieron cuando pretendió ser jefe del Ejecutivo e incluso mantenerse como líder del PSOE. Es su «no es no» particular: no hay posibilidad de moción de censura –ni socialista, ni tampoco de Podemos– porque no tiene los diputados. Pero eso ya lo sabe, o debería conocerlo. Que toda su aportación se mueva en esa perturbación continua del cuanto peor, mejor, de la sobreactuación y el tremendismo, deja en evidencia sus dificultades y sus carencias. España no necesita ni merece una moción de censura, sencillamente porque no hay motivos objetivos que lo justifiquen. Quienes promueven o defienden iniciativas que significan inestabilidad e incertidumbre sólo persiguen sus propios réditos aun a costa del perjuicio colectivo. Mejor no olvidarlo.
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