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El viaje de González retrata a la dictadura
La llegada a Venezuela de un ex presidente del Gobierno español, y referente de la izquierda democrática europea como es Felipe González, ha sido objeto de la incalificable reacción de los responsables del régimen venezolano, que han llegado a acusar a González de «incitación a la violencia». No es un acto que se pueda dejar pasar porque bajo esa acusación, totalmente infundada, el Gobierno de Nicolás Maduro, que mantiene al país bajo una dictadura de facto, ha hecho encarcelar a sus principales opositores políticos, a los que aguarda un juicio sin las debidas garantías, una vez que la Justicia venezolana ha sido cooptada por el poder ejecutivo. En estas condiciones, no puede extrañar a nadie la virulenta reacción del régimen –comenzando por el inexcusable «fuera de aquí» que ayer profirió Nicolás Maduro– ante el hecho de que una figura política internacionalmente respetada y, además, con sólidos conocimientos del derecho, se convierta en testigo directo y activo de cómo se aplica la Justicia en Venezuela. Honra a Felipe González, que ayer se reunió con los abogados de los opositores Leopoldo López y Antonio Ledezma, su actitud de exquisito respeto hacia el pueblo venezolano. La democracia no sólo se defiende con declaraciones. A veces, como en esta ocasión, son imprescindibles gestos de firmeza y valentía.
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