La situación

El error no forzado

«Hay una máxima en política –también aplicable a vida, en general– consistente en no echar pulsos que puedas perder»

Mañana se cumplirá una semana de uno de los grandes fiascos de Moncloa en lo que llevamos de legislatura: la derrota en el absurdo pulso que pretendió echar a los accionistas de Ferrovial. Es evidente que este naufragio no es comparable con otro destrozo procedente de la mesa del Consejo de Ministros, como es la conocida ley del «solo sí es sí», que ha concedido a cerca de mil delincuentes sexuales la gracia de rebajar sus condenas y adelantar sus excarcelaciones. Pero, salvando episodios calamitosos como ese, y otros que ocuparían demasiado espacio en este breve texto, la batalla de un gobierno europeo contra una empresa europea que pretende trasladarse de un país europeo a otro país europeo ha resultado ser pintoresca, por no entrar en un juego de calificativos excesivos.

Que una compañía española decida trasladar su sede a Países Bajos es una pésima noticia, y es el indicador de que algo no funciona bien porque, en caso contrario, no se iría. Pero hay una máxima en política –también aplicable a vida, en general– consistente en no echar pulsos que puedas perder. Moncloa debió pensar que lo ganaría con facilidad, y su error ha sido superlativo. O no tenía la información suficiente, lo que ya sería grave tratándose de un gobierno, o un ataque de poder omnímodo mal entendido cegó los ojos de los estrategas que rodean al presidente. Como se dice en la jerga del tenis, el Gobierno cometió un error no forzado.

Con el paso de los días, en lo despachos del poder han decidido actuar con rapidez para hacer olvidar el resbalón y que los medios hablen de otra cosa. Por ejemplo, han sacado precipitadamente la ley de vivienda del cajón de los asuntos olvidados. Una noticia oscurece a la anterior. Lo que no necesariamente quedará en saco roto es el eco de lo ocurrido con Ferrovial en el ámbito internacional de las empresas. En este mundo, todo se sabe. Y no parece buena cosa que los fondos de inversión extranjeros con capital en Ferrovial vayan por ahí diciendo que al gobierno español le gusta interferir en las decisiones de las compañías privadas.