El trípode
A la UE: ni está ni se la espera, en Alaska
Ahora un alto el fuego en Ucrania es condición previa y necesaria para que Zelenski se reúna con Putin y acaben de concretar un acuerdo de paz
El interés mundial hoy está en Anchorage Alaska, donde EE UU tiene y muy próxima, una importante base militar. El motivo es la cumbre bilateral que en ella han mantenido a partir del mediodía de ayer (hora local) Trump y Putin, siendo las 21.30h en España dadas las 10 horas de diferencia existentes. Por este motivo, este Trípode no puede centrarse en sus resultados que se irán conociendo a lo largo del día de hoy en todos los informativos, y que previsiblemente se centrarán en la consecución, o no, de un eventual alto el fuego en Ucrania. Ello, siendo así que desde el comienzo de la «operación militar especial» rusa el 24 de febrero de 2022, se ha obviado ampliamente el análisis acerca de lo que significa esa «operación militar» en el marco del nuevo orden mundial «multipolar» que previamente Putin había pactado en Pekín, con Xi Jinping. Ahora un alto el fuego en Ucrania es condición previa y necesaria para que Zelenski se reúna con Putin y acaben de concretar un acuerdo de paz que inevitablemente va a tener su traducción en la máxima de «paz por territorios». Ya hemos comentado que la península de Crimea anexada en 2014 tras el Movimiento del Maidan de Kiev es innegociable para Rusia, que se la regaló a Ucrania –recién elegido líder de la URSS el ucraniano Nikita Kruschev en 1953, tras morir Stalin–, con ocasión del tercer centenario de su incorporación en 1653 a la Rusia zarista. Así que la posterior negociación se centrará en delimitar el territorio que ocupado militarmente en la actualidad, se incorpora de pleno derecho, a esa «zona de influencia» rusa. Guste o no, lo cierto es que este mundo no es el «Paraíso Terrenal», y las fronteras de los diferentes Estados que pueblan la geografía mundial están establecidas bajo la «ley de la fuerza» que se concreta en la máxima citada.
La ofensiva de Rusia es consecuencia de la reivindicación de una «zona de influencia» en su frontera europea occidental, que es una realidad «de facto», impuesta por el orden geopolítico dual surgido de la Segunda Guerra Mundial entre EE UU y la URSS. Tras desaparecer ésta en 1991, ahora Rusia quiere recuperarla en ese nuevo orden «multipolar» pactado con China, y que está a la espera de su concreción, para aplicarlo también con Taiwán. La definición de esos nuevos «polos» tiene en Xi Jinping y Trump a los dos actores globales más destacados, y no puede olvidarse que Putin ya lo pactó en Pekín justo antes de dar comienzo a su operación militar en Ucrania. En cuanto a la UE, ni está ni se la espera.