Sin Perdón
El fracaso de Sanna, la reina del selfi
«Todo el mundo se quería hacer fotos con ella y su presencia no dejaba indiferente a nadie»
La popularidad internacional no garantiza ganar unas elecciones. La primera ministra finlandesa, Sanna Marin, la reina del selfi, ha cosechado un fracaso electoral enorme. Le ha ganado la derecha y la ultraderecha, por lo que la política europea más fashion se quedará sin el cargo. Es brillante, inteligente, joven y guapa, pero los finlandeses la han relegado a la tercera fuerza. Todo el mundo se quería hacer fotos con ella y su presencia no dejaba indiferente a nadie. Sánchez debería tomar buena nota de que convertirse en el Phileas Fogg de la política española puede darle un mal resultado en las urnas. Estoy convencido de que hará justo lo contrario de lo que yo escriba, pero es lo que pienso. Es cierto que resulta muy gratificante ir de un país a otro, siendo recibido con honores de jefe de Estado que supongo tendrá como presidente de turno de la UE. Lo puedo entender. El problema es que las elecciones se ganan en clave nacional. Es algo tan evidente que supongo que se lo ha explicado la nube de asesores que le rodea.
Sánchez tiene la ventaja de que habla muy bien inglés, le gusta la política internacional y le acompaña el físico. Al igual que le sucede a la derrotada líder socialista finlandesa, no deja indiferente a nadie. Hace unos años, entró en el Ayuntamiento de Madrid. Una líder socialista se acercó a un amigo mío y le dijo: «Ahora entrará en el pleno el concejal más guapo que ha tenido Madrid». Puedo contar esta anécdota porque es hombre, ya que, en caso contrario, los podemitas me lanzarían sus huestes de trolls y orcos. Sanna es hija de un padre alcohólico, la crío su madre con su pareja femenina y trabajó en una panadería mientras estudiaba. Es un producto típico de estos tiempos tan mediáticos en los que Churchill, Roosevelt, Adenauer o De Gaulle no tendrían ninguna oportunidad. Hay que lanzar píldoras en Instagram, bailar en TikTok, tener el gatillo fácil para disparar en Twitter y, sobre todo, tener una familia progre y desestructurada. Hay que hacerse muchos selfis e inundar las redes sociales con fotos. Al final, una controvertida vida fashion le ha conducido a la derrota.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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