Sin Perdón
El futuro de España pasa por Galicia
«Una derrota del PSOE, como paso previo a la que podría sufrir en las europeas, sería un mensaje claro de los españoles»
Sánchez concurrió a las elecciones con un programa y unos compromisos, pero perdió, aunque consiguió formar gobierno con el apoyo de los independentistas, los comunistas y los antiguos dirigentes del aparato político y militar de ETA. Todo acabó en la papelera y abrazó gozoso el radicalismo que le imponían sus socios. No se trata de cuestiones menores o de inversiones, sino de una inquietante deriva sustentada en levantar un muro y banalizar las mentiras que se han convertido en una nueva forma de gobernar. La izquierda política y mediática ha bendecido esta mutación mientras se avanza en el proceso de dinamitar la separación de poderes y el Estado de Derecho. Las cesiones de Sánchez son en su propio beneficio para seguir como presidente y favorecer a unas formaciones que tienen como objetivo principal la destrucción de España como sucede con Junts, ERC, Bildu o BNG. Es cierto que es un proceso en diferido, pero nos retrotrae a los cantones de la Primera República o a los reinos de taifas surgidos tras la descomposición del califato Omeya.
Galicia es una comunidad tan importante como emblemática. Por ello, el resultado de las urnas será trascendente, porque es el primer examen al que se somete el sanchismo tras las cesiones a Puigdemont y al resto de socios. Es bueno recordar que los privilegios que se otorgarán a Cataluña serán en detrimento del resto de autonomías. Hay que tener en cuenta la situación privilegiada que gozan tanto el País Vasco como Navarra. Su sistema de financiación les resulta muy rentable a la vez que obtienen enormes beneficios del resto del Estado. El sistema autonómico se sustenta en el chantaje de los nacionalistas, ya que su único interés es beneficiar a sus respectivos territorios. Cuentan, además, con un mercado en el cual vender sus productos mientras aprovechan, desde hace décadas, la debilidad parlamentaria de los gobiernos españoles para obtener ventajas de todo tipo. Esto sucede, también, con los socialistas catalanes que controlan el sector público empresarial y han colocado a sus amigos sin importarles su cualificación para asumir los cargos. La Administración Pública se contempla como un botín al servicio del ganador y de la red clientelar que rodea a estos partidos, así como a los medios que les apoyan.
La desesperación de Sánchez ante las elecciones gallegas es fácil de comprobar con los anuncios que viene realizando, aunque no los cumplirá, ya que es el político menos fiable de nuestra historia contemporánea. Es cierto que tiene la ventaja de ser de izquierdas, por lo que los medios de comunicación le ríen las gracias mientras minimizan o justifican sus mentiras y la ineficacia de su gobierno. Con un endeudamiento impresionante, un paro escandaloso maquillado por las trampas y un déficit público insoportable, no se producen las críticas brutales que sufrió Rajoy mientras luchaba para impedir que España fuera intervenida gracias a la herencia recibida. Ahora ya no hay ni pobreza ni emergencia social, porque contamos con un gobierno socialista comunista. Es fácil imaginar qué sucedería si esta sucesión ininterrumpida de mentiras hubiera sido protagonizada por Aznar o Rajoy.
Los gallegos pueden votar pensando tanto en Galicia como en el futuro de España. En el primer aspecto es apoyando a un buen gestor como Rueda, que ha demostrado su capacidad primero como vicepresidente y luego como presidente de la Xunta. La alternativa es un multipartido liderado por el BNG, cuyos amigos y referentes son los independentistas de ERC y los herederos de ETA. Sería el regreso de las prácticas clientelares y la utilización de la Xunta al servicio del frente sanchista. Los gallegos que apoyen los privilegios para Cataluña, se crean las falsedades del relato de la pacificación y acepten la amnistía para delincuentes políticos, pueden apoyar al BNG y al PSOE. El declive del socialismo gallego se confirma, precisamente, por su vocación en convertirse en una marioneta de los nacionalistas.
Con respecto al futuro de España, una victoria clara y contundente del PP pondría de manifiesto que Galicia no apoya las mentiras del sanchismo y su socia Yolanda Díaz. En este sentido, una derrota de Sumar es un duro golpe a su liderazgo, ya que es bueno recordar que es gallega. Me gustaría una movilización histórica para impedir que Puigdemont se salga con la suya en su estrategia de humillar a España. La amnistía es muy importante, porque es la primera letra que paga Sánchez tras comprar la presidencia del Gobierno. Una derrota del PSOE en Galicia, como paso previo a la que podría sufrir en las europeas, sería una mensaje claro y contundente de los españoles ante la ofensiva de la izquierda radical, liderada por el presidente del Gobierno, contra el Estado de Derecho. Los ataques permanentes contra el Poder Judicial y el objetivo de controlar a los jueces, los pumpidazos en el Tribunal Constitucional, la politización de la Administración Pública, el asalto al sector público empresarial, el despilfarro para favorecer a los amigos y el clientelismo en la función pública son elementos muy inquietantes de la deriva autoritaria que ha tomado el sanchismo.
España necesita que Galicia alce su voz para impedir que se consolide una situación que puede acabar siendo irreversible. Es lo que sucederá con los privilegios que conseguirá el independentismo catalán, como vimos con los compromisos adquiridos para la elección de Armengol como presidenta del Congreso o la abstención de Junts para la aprobación de los decretos leyes. La negociación para la aprobación de los Presupuestos Generales pasará por nuevas y más importantes cesiones. Es algo que no conviene ni a España ni a Galicia.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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