Cargando...

El buen salvaje

El Gobierno contra Ayuso o la canción del Cola-Cao

El eslabón más débil de esta cadena esclavista, o sea, los «negros de Torres» vagan en el discurso y en la vida mientras desde Lanzarote se divisan los cayucos

Cuando los políticos, politiquillos o politicastros sacan los pies del tiesto se ponen a veces tan divertidos como esos individuos que creen que carecen de gracia pero que nos hacen reír por esa manera de decir las cosas. Los «no graciosos», pero que sí lo son. El ministro Ángel Víctor Torres alcanzó la cima del chiste no perseguido cuando dijo esta semana que Ayuso no quería a los inmigrantes de Canarias «porque son negros». Acabáramos. Pues se les pinta la cara, como el rey Baltasar, pero al revés y se acabó el problema de la inmigración. Al cabo, la primera película sonora, «El cantor de jazz» (1927), estaba interpretada por un blanco maquillado. Siempre se puede alegar que se trata de un acto cultural de los que tanto gustan a esta izquierda inculta con banda sonora de la nostálgica canción del Cola-Cao. Ay, el África tropical y los grumos de nuestra niñez. Se me acumulan las magdalenas, no sé a ustedes.

Lo cierto, empero, es que este problema, sí, problema, el sustantivo que rechaza esta izquierda buenista, no se arregla con un chiste o un exabrupto cómico, porque es de tan peliaguda solución que se necesitaría de políticos de verdad y hoy no se sabe quién es ciertamente abogado, por decir, o es un «fake» con toga.

La inmigración ilegal, así, a lo loco se vive mejor, acaba siendo un problema en los lugares donde los de fuera recalan. Por arreglar un temblor se acaba creando un terremoto. No hablamos de la otra inmigración o de los refugiados. Sí, compro que a veces se trata de animadversión de los que vivimos aquí, pero hay que conjugar todas las esquinas para que la habitación quede bien construida; lo demás es jugar con la mentira. Todos los que viven en Torre Pacheco no son Almodóvar o Ana Belén, que hace lustros que no pasan por barrios conflictivos.

Para más inri, tenía que utilizar esta expresión, el Gobierno ha planificado un reparto en el que descarga a Cataluña, si bien a Puigdemont ningún ministro le recrimina que no le gusten los jóvenes que esperan en Canarias «porque son negros», si acaso Junts aceptaría la repatriación del de Bañolas. La xenofobia ultranacionalista no encuentra ninguna reprimenda por parte del socialismo ni por los caminos de la intelectualidad sanchista, esos nombres a los que habría que pedir su currículum, no vaya a ser. El eslabón más débil de esta cadena esclavista, o sea, los «negros de Torres» vagan en el discurso y en la vida mientras desde Lanzarote se divisan los cayucos.