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Quisicosas
Que Pedro Sánchez tire ahora de maquillaje para fingir pesar por las «recién descubiertas» personalidades de sus socios es como si Sancho se sorprendiese de las extravagancias del manchego genial
Un coche en un viaje largo une una barbaridad, qué tendrá el automóvil que desata erotismos, favorece confidencias y caldea el entorno para lo más difícil, desde confesar un secreto hasta conversar con un adolescente, que es casi tan desafiante como hablar con Cerdán de comisiones. Nunca se nos alcanzará lo que pudo dar de sí aquella vuelta a España del Peugeot 407, con Koldo de chófer, puesto que luego lo lanzaría al estrellato. El motor HDi, cuatro litros a los cien, duró y duró como el conejito de las pilas y alcanzó 241.330 kilómetros bien amortizados de punta a punta de los votantes. Pedro Sánchez se deshizo de él en 2018 y desde entonces no ha tenido otra cosa que coche oficial. De la esterilla a la moqueta.
A tenor de las revelaciones de la UCO, el Peugeot bien pudo ser lupanar y sala de planificación de pucherazos y mordidas, porque en todos esos kilómetros el vaho humano es imposible que no cocinase estrecha camaradería entre los tripulantes. Que se lo digan a los cómicos de la legua, los feriantes y nómadas. Como en un viaje de novios, con sus latas a la cola, las confidencias serían totales y, en este caso, versarían de «titis», sueños de chalés y proyectos de poder común. Y así se hizo.
Que Pedro Sánchez tire ahora de maquillaje para fingir pesar por las «recién descubiertas» personalidades de sus socios es como si Sancho se sorprendiese de las extravagancias del manchego genial. Cerdán, Ábalos y Koldo fueron elegidos exactamente por lo que han demostrado ser: bandidos resilientes. Apostaron por Pedro porque vieron en él su Marbella privada y él los prefirió no por su ausente cultura, su moral inexistente o sus servicios a la causa socialista, sino porque harían cuanto fuese necesario a cambio de un módico precio. Fue una entente criminal desde el principio (en los audios de la UCO reconoce Koldo que es capaz de «romper las piernas a quien haga falta») y lo que no debe extrañar es que la panda acabe en los juzgados y en la cárcel.
Pedro los escuchó reírse de las putas, soñar con una buena vida –que no una vida buena– y dar muestras sobradas de falta de escrúpulos. Prueba de ello, los pucherazos en Navarra. Sencillamente, no buscó ingenuos ni santos, tampoco intelectuales ni idealistas; eligió truhanes apandadores, capaces de abrirse camino con un cuchillo entre los dientes. Lo que ha cosechado es lo que cabía esperar: el poder omnímodo, la jerarquía de una mafia, la obediencia de los pusilánimes e interesados y el cinismo de decir «esto no va de mí, va de un proyecto de país». Mira, ahí no miente, un país propio fue el proyecto que pactaron los golfos del Peugeot.
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