Tribuna

Hacia una historia mítica de España

Nada mejor que el mito para entender, sin ir más lejos, el desolador panorama político

Los mitos tienen una enorme valencia semántica que los hace poderosísimos para revelar las fuerzas y los impulsos que mueven a las sociedades. Qué duda cabe que una manera de comprenderlas en sus procesos históricos y de constatar las analogías y las diferencias de cada etapa es el análisis del repertorio y del imaginario mítico y simbólico, de los relatos fundacionales y compartidos por toda la sociedad y que se han transmitido desde antiguo como claves de sus esencias de manera, por supuesto, más o menos interesada. El poder de los poéticos mitos que inspiran la etnogénesis de las diversas naciones es bien conocido no solo por artistas y literatos, sino también por los políticos que han intentado manejar las emociones de los pueblos especialmente desde la edad romántica. No por casualidad la formación de los modernos estados-nación con aspiración de unidad cultural que se da a partir de comienzos del siglo XIX está fuertemente basada en una relectura del pasado, no siempre fiel a los datos de la historia o la arqueología, tanto de la antigüedad como del medievo y con un especial énfasis en las figuras heroicas, las batallas legendarias y los personajes del pasado mítico.

Así sucede también, como no podía ser de otra manera, en el caso de España, antigua nación en el panorama europeo que no ha sido una excepción a este respecto, sino que ha visto un uso abundante del pasado legendario para la legitimación de los diversos regímenes o momentos de la historia política. Me interesa no tanto la teoría antropológica que vincula el mito y el rito, aunque ya sabemos, como quería Malinowski, que el mito sigue muy vivo hoy día en diversos pueblos que siguen viviendo el ritual con fuerza, sino especialmente, la relación del mito con el folclor, la literatura y el arte como motor narrativo en ámbito español. A veces es difícil distinguir el mito del folclor en el caso de estos mitos, pero hay unos componentes básicos de cualquier intento de recopilación de estos que beben de grandes sistemas mitológicos –clásico, semítico, céltico…– de los que dependen las figuras, arquetipos y leyendas relacionadas con España: Heracles, Túbal, Breogán... También hay una raigambre literaria de otros «mitos» más modernos, desde Don Juan a Carmen…

En todo caso, ¡qué necesario es estudiar la mitología en torno a España…! Los precedentes de este empeño, que quiero pronto tratar en un libro después de hacerlo en estas páginas hospitalarias, son variados e ilustres: desde el imprescindible maestro Julio Caro Baroja hasta más recientes estudiosos que han incursionado en la intersección entre mito e historia con muy diverso tono y pretensión, pero con indiscutible maestría, como Jon Juaristi o José Álvarez Junco.

Se puede seguir un doble eje para ello. En primer lugar, recorrer de forma cronológica la historia de la península ibérica desde la antigüedad a la edad contemporánea extractando algunos episodios míticos y figuras arquetípicas de más larga pervivencia en el imaginario hispánico. Otro eje de exploración puede tratar elementos simbólicos de la naturaleza, como los animales y el marco geográfico de los mitos, con especial referencia a las civilizaciones y ciudades míticas de la antigua península ibérica. En todo caso, mi pretensión de abordar una historia mítica de España siempre se quedará en mero proyecto por la evidente oscuridad de las más remotas antigüedades y la imposibilidad de dar cumplida cuenta de estas innumerables interacciones entre los diversos pueblos que han cruzado por el estrecho de Gibraltar o por los Pirineos. Solo se puede aspirar a un repertorio, más o menos personal, de mitos, arquetipos, símbolos y leyendas en diversos estratos que va conformando una mitología muy peculiar que rodea de halo legendario a España como Iberia, Ofiusa, Hesperia, Eritía, Hispania o Sefarad, entre otros muchos nombres

En una futura Historia mítica de España, en todo caso, la tarea más interesante e importante para una reflexión fructífera es la búsqueda de una narrativa mítica propia de nuestra cultura. Si bien sería complicado decir que los mitos pueden ayudar a «psicoanalizar» a un país o una sociedad entera, como pretendía Jung, trazando un paralelo con las mitologías individuales de cada persona expresadas en los sueños, quizá sí sea posible esbozar algunos elementos de esa narrativa común de la humanidad que encuentra algunas concreciones interesantes en el relato fabuloso que se ha ido tejiendo en torno a España, sus orígenes, su sino o su idiosincrasia. Se dijo que la mitología son los sueños de los pueblos enteros, pero quizá esto sea una perspectiva demasiado vinculada a la creencia en la existencia de una memoria colectiva, en la que no sería prudente entrar. Lo vital es constatar la pervivencia de lo mítico en nuestro discurso colectivo, en la antigüedad y en la España actual. Nada mejor que el mito para entender, sin ir más lejos, el desolador panorama político. «Letimotivs» mítico-poéticos como la edad de oro, la decadencia, las dos Españas o lo viejo contra lo nuevo, que me propongo tratar en alguna otra ocasión, nos dan cierto consuelo: la actualidad es, más que antigua, arquetípica.