La situación

La hora de la reflexión

Los españoles han emitido un juicio sobre cómo ven la España gestionada por el Gobierno de coalición que lidera Pedro Sánchez

No pierdan la esperanza. Aunque ya hayamos superado el 28M, si les gustó la campaña no crean que ya no podrán disfrutar de las tensiones, las acusaciones y hasta los insultos que los partidos intercambian antes de unas elecciones. Porque la campaña para las generales de diciembre (si no se adelantan) ha empezado ya. De hecho, la campaña para las municipales y autonómicas ha sido parte del camino que nos llevará a la disputa por el Palacio de La Moncloa.

Pero ahora, el camino tendrá vericuetos distintos. Porque ayer los españoles han emitido un juicio sobre cómo ven la España gestionada por el Gobierno de coalición que lidera Pedro Sánchez. El propio Sánchez ha querido que fuera así, demostrando una vez más esa audacia (a veces limítrofe con la temeridad) que le caracteriza. Nunca le tembló el pulso para asumir riesgos: arriesgó cuando se presentó hasta dos veces a secretario general contra la cúpula del PSOE, y las dos veces ganó; abandonó su escaño en el Congreso, sin saber si podría recuperarlo; a pesar de eso, y sin ser diputado, presentó una moción de censura cuando el PSOE tenía 85 escaños de 350, y ganó; y se ha atrevido a gobernar con Podemos y a nombrar vicepresidente del Gobierno de la nación a quien fue fundador y líder del partido, y ahora sigue siendo el que manda.

De ahí que no sea extraño para nadie que Pedro Sánchez haya decidido opacar a los candidatos municipales y autonómicos del PSOE, precisamente en la campaña para las elecciones municipales y autonómicas. Lo que en realidad pretendía Sánchez era que los españoles le refrendaran como presidente y refrendaran su Gobierno de coalición con Podemos, apoyado por partidos políticos tan inconvenientes como Esquerra y Bildu. Y, como elemento paralelo, destruyeran desde ahora las opciones que Alberto Núñez Feijóo tuviera de alcanzar el poder en diciembre.

Ya tenemos los resultados. Merecerán la reflexión que sobre ellos realicen políticos y analistas en estos próximos días. Pero en Moncloa y en Génova –y en las sedes de los demás partidos– ya saben cómo están las cosas, porque algunos datos se analizan por sí solos.