Sin Perdón

Iglesias: la mano de la serpiente

«El movimiento de Iglesias es fruto de su desesperación. Podemos se ha convertido en un juguete roto e innecesario»

No dudo de que Yolanda Díaz sea una mujer valiente, pero tendrá que serlo mucho si acepta la mano que le tiende Iglesias y sus acólitas. Las serpientes nunca me han gustado. No soy original, porque conozco a muy poca gente que no tenga un sentimiento de rechazo. Mi cuñado Víctor es un experto, hace exposiciones y tiene pasión por ellas. Me resulta incomprensible. La primera vez que vi sus terrarios con unos bichos inmensos me llevé un gran sobresalto. Nunca le he preguntado si le pone nombres como yo hago con mis perros. No creo que ni siquiera Víctor fuera capaz de lidiar con un espécimen tan peligroso como Pablo Iglesias. El estudio de la Historia me ha demostrado que los comunistas son, por regla general, muy peligrosos. Por supuesto, hay excepciones, pero Yolanda sabe que a su antiguo amigo le encaja como un anillo al dedo la fábula del escorpión y la rana o la tortuga. No importa.

El escorpión le pidió a la rana que le ayudara a cruzar el río. Justo cuando cruzaban sobre la mitad, le dio un fuerte picotazo. Mientras se hundían le preguntó por qué lo había hecho. Y el Iglesias del mundo animal le contestó: «lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme». La líder de Sumar, al igual que sus aliados, han sufrido el aguijón. Los egipcios hubieran creado esta figura que sería mezcla de una serpiente y un escorpión para ponerlo al lado de Seth. No le conocieron, pero siempre han existido personas como Pablo a lo largo de la Historia de la Humanidad e incluso con posiciones de enorme poder como Sila, Savonarola, Robespierre, Babeuf, Lenin, Stalin, Chávez, los hermanos Castro…. Todos ellos muy poco recomendables y se deshicieron de forma inmisericorde de todos los que les estorbaban en su camino.

Un comunista como Iglesias nunca está acabado. Por supuesto, en el otro lado existen también sujetos terribles. Me he referido a personajes que pretendieron ser grandes idealistas y querían salvar al pueblo de sus opresores, pero dieron paso a una opresión todavía más aterradora. Es la razón por la que no me gusta ninguna ideología de carácter extremista. El viernes era el aniversario de la proclamación de la idealizada Segunda República que fue, desgraciadamente, un terreno fértil para los despropósitos de los radicales de todo signo. No me extraña que Pablo tenga como referencia a su familia paterna, ya que su abuelo fue capaz de estar tanto con la República como medrar con el régimen franquista. No hay duda de que era un hombre tan inteligente como camaleónico. Mi abuelo materno murió y el paterno no se sumó a la dictadura. Tampoco ninguno de mis familiares, pero no le voy a responsabilizar de tener un abuelo paterno franquista.

Volviendo a Yolanda Díaz, entiendo el dilema que puede tener, así como la presión de la izquierda mediática que es tan simple como cortoplacista. Su única prioridad es servir a su patrón ideológico, es decir, Sánchez, y conseguir que el centro derecha no gobierne. No es novedoso, porque lo vivimos en las campañas de Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero. Es lo que les ha permitido pasar de ser unos fervorosos antisanchistas a erigirse en unos fervorosos hagiógrafos del inquilino de La Moncloa. Por supuesto, ahora que han filmado una nueva versión de «Los tres mosqueteros», a la que le han aplicado según he leído una de esas disparatadas modernizaciones que resultan muy cansinas, todos ellos le ejecutarán si pierde como hizo el verdugo con la famosa milady de Winter. Habrá que ver si Eva Green y Vincent Cassel son capaces de salvar esta innecesaria versión del clásico de Dumas.

El movimiento de Iglesias este sábado es fruto de su desesperación. Podemos se ha convertido en un juguete roto e innecesario. Al igual que le sucedió a UCD, UPyD, CDS y tantos otros partidos, ha perdido su utilidad y ha surgido una formación que resulta mucho más atractiva para la izquierda radical. La cuestión es determinar si aporta algo llenar Sumar de estos nuevos seres que son una mezcla de escorpiones y serpientes, porque todo el mundo sabe que Iglesias es implacable y a la que pueda ejecutará a Díaz y a los disidentes que considera que le traicionaron en su pintoresco metaverso. Muchos mencheviques y camaradas bolcheviques, que fueron desplazados durante y después de la Revolución Rusa, comprobaron en sus carnes cómo se las gastaba el PCUS.

Nada mejor para el centro derecha que asociar Sumar a Podemos, porque Iglesias, como se comprobó en las últimas elecciones madrileñas, es el mayor agente movilizador para sus enemigos. En esto supera, incluso, la figura de Sánchez. El inquilino de La Moncloa, a pesar de la fuerza de la propaganda, no tendrá fácil que alguien se tomé en serio que ha sido un pacificador del independentismo, cuando fue derrotado gracias al Tribunal Supremo. Al revés, el pacificador, ni que fuera Alfonso XII en la Tercera Guerra Carlista, tiene el riesgo de ser identificado como un líder débil que ha cedido ante Junqueras, Aragonès y Otegi. Entiendo que sus antiguos enemigos, ahora convertidos en fieles sanchistas, pretendan vender esa imagen, pero resulta poco creíble. Las municipales y autonómicas mostrarán que Podemos, cuando se presenta sin el paraguas de IU, no aporta nada al proyecto de Sumar. El resultado de Más Madrid es la mejor respuesta a la duda de si Díaz tiene que pactar o no con la simbiosis del escorpión y la serpiente.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)