
El trípode
“El imperio de la mentira y la banalidad del mal”
“Normalizar” la mentira es la situación que de facto se está produciendo en España, donde la verdad deja de existir también
Hannah Arendt fue una mujer alemana de origen judío, considerada una de las pensadoras más influyentes del siglo XX. Que en 1933 tuvo que huir de las persecuciones nazis para instalarse finalmente en los Estados Unidos desde 1941 hasta que falleció en Nueva York en 1975 con 69 años de edad. Su experiencia tan cercana al totalitarismo nazi la llevó a cubrir el juicio efectuado en 1963 en Jerusalén a Adolf Eichman, el destacado nazi acusado de gran cantidad de crímenes durante la Segunda Guerra Mundial. Esa experiencia la llevó a escribir un libro considerado como un referente obligado para entender el siglo XX: “La banalidad del mal”. Su obra literaria filosófica es extensa, escribiendo sobre las raíces del mal en referencia al nazismo y al estalinismo, al que también conoció. Tiene frases y reflexiones consideradas como antológicas al efecto, entre las que que hoy destacamos una que parece muy oportuna recordarla en los actuales momentos: “Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira, no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo así, privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así, puedes hacer lo que quieras”. Por supuesto que en la actualidad no estamos en una situación como aquella del pasado siglo ni en España ni en Europa, pero esa sentencia suya acerca de “la banalidad del mal” y su relación con una sociedad sometida al imperio de la mentira merece ser reflexionada en este tiempo que vive España. Acostumbrar a la sociedad española a estar sumida en una situación política en la que la verdad y la mentira no existen, para pasar a ser consideradas como meros “cambios de opinión”, está reflejada en esa profunda reflexión cuya consecuencia se describe con precisión: “Con gente así puedes hacer lo que quieras”. Recordar, por ejemplo, compromisos asumidos con solemnidad respecto a formaciones políticas con las que nunca se pactaría para acceder al gobierno para después mentir descaradamente, atribuyéndolo a un simple “cambio de opinión”, es una lamentable realidad como es sabido. Y también lo es que esta mentira está siendo asumida con toda aparente normalidad por parte de millones de españoles. “Normalizar” la mentira es la situación que de facto se está produciendo en España, donde la verdad deja de existir también. Situación que caracteriza a la sociedad de la “postverdad” a la que incluso se la considera como propia de las sociedades “avanzadas y progresistas”.
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