Y volvieron cantando

Los límites de la decencia

El blanqueamiento definitivo de Bildu pasa directamente de la negociación parlamentaria a los pactos de poder para el gobierno de instituciones

Ayer miércoles nos desayunábamos con la noticia, -no por esperada menos escandalosa- del acuerdo entre los socialistas navarros y Bildu ya saben, ese partido de innegable pedigrí progresista y democrático en palabras del ministro Óscar Puente, para desalojar a Cristina Ibarrola de la alcaldía de Pamplona. Casi simultáneamente a las reacciones políticas sobre tan esclarecedora maniobra, el argumentario del PSOE previamente bien engrasado para la ocasión nos animaba la mañana con la cantinela de carril enfocada en el señalamiento a la «ultraderecha» como principal enemigo de nuestra democracia. Una reacción que en este caso además de indecente rayó en la obscenidad, entre otras cosas porque los voceros socialistas con su batería de ministros-portavoces a la cabeza volvían a ocultar que eran dirigentes de esa derecha extrema a la que apuntan los que en tiempos tenían que mirar cada mañana los bajos de su coche al salir a trabajar, mientras los dirigentes de esta formación «progresista» con la que se pacta indicaban objetivos a una banda terrorista. Además de tener muchísimo de tarjeta de visita y declaración de intenciones con previsible recorrido en otras instituciones empezando por ayuntamientos de relevancia como Estella donde a los «progresistas» les sale la misma suma, este inquietante «apaño» viene a confirmar que no va a establecerse límite alguno desde el PSOE, ni con los herederos políticos de ETA, ni con el separatismo catalán más xenófobo y patriotero, mientras se trate de mantener a Sánchez en la Moncloa, con todo lo que conlleva para la organización política que lidera, instalada hoy más que nunca en lo más parecido a una auténtica máquina de poder.

Con este acuerdo del que a muchos no nos cabía ninguna duda, no tanto contemplando las cuentas de la noche electoral de mayo como las de la noche electoral de julio, el PSOE cierra la ventana del entendimiento con la nueva Batasuna escenificado durante los últimos cuatro años en términos de ententes parlamentarias nada menores como el apoyo a los presupuestos o una ley de memoria a la medida de los abertzales y abre otra, en la que el blanqueamiento definitivo de Bildu pasa directamente de la negociación parlamentaria a los pactos de poder para el gobierno de instituciones como el mismísimo ayuntamiento de Pamplona…y lo que rondará. Todo un síntoma en la que ya se perfila como la legislatura de los grandes borrados. Ni memoria, ni decencia.