El canto del cuco

Luces y sombras

Lo de Illa le ha dado a Sánchez un respiro. Es de esperar que, a la vuelta de vacaciones, el Partido Popular salga del sopor veraniego

Tras la astracanada de Puigdemont y la toma de posesión del socialista Salvador Illa al frente de la Generalidad de Cataluña, la vida pública se serena aprovechando las vacaciones de agosto. La «operación catalana» le ha salido a Pedro Sánchez mejor de lo esperado, aunque no está libre de riesgos. Es preciso reconocer que el cambio en el gobierno de la comunidad más conflictiva de España es, en principio, positivo, aunque no sea del todo tranquilizador. Significa la suspensión oficial del proceso independentista. Algo así como el certificado público de su fracaso. No es, ni mucho menos, el certificado de defunción del soberanismo. Este cambio de ciclo viene avalado por los votos de la mayoría del pueblo catalán a favor del PSC. Por tanto es estrictamente democrático. Se abre así la oportunidad de dar descanso a la mística identitaria y al pensamiento dialéctico y ocuparse de los asuntos que preocupan a la gente.

Hay sombras que oscurecen el panorama. Primero, la dependencia de los republicanos que van a condicionar la política de Illa. Después, el alcance de los oscuros compromisos de Sánchez con ERC para investir al candidato socialista y para asegurar el apoyo de sus votos en Madrid. Destaca la concesión del cupo o soberanía fiscal, que pone en pie de guerra a las demás comunidades, con los «barones» del PSOE a la cabeza. La financiación singular de Cataluña levanta las horcas en el resto de España. En tercer lugar, la mala experiencia del anterior tripartito con el siniestro «Pacto del Tinell» y el nuevo estatuto, inconstitucional, amparado por Zapatero, que impulsó el «procés» y todo el desbarajuste posterior. Se pretende resucitar ahora aquel estatuto original, con la bendición de Conde Pumpido, y someterlo a referendum «casi» de autodeterminación. Existen dudas fundadas sobre la lealtad a la Constitución de una parte notable de los socialistas catalanes, impregnados de nacionalismo hasta los huesos. Al propio Illa se le ve equidistante, lo que levanta fuertes recelos.

En fin, a partir de ahora es imprevisible el destino de los siete votos de Junts en el Congreso, imprescindibles para aprobar los Presupuestos del Estado. Esta inseguridad parlamentaria da pie a un posible adelanto electoral en otoño. El cambio de ciclo en Cataluña abre a los populares una nueva oportunidad. No se tienen noticias de que estén preparando la moción de censura, ni nada. Siguen con la ley del mínimo esfuerzo conformándose con la crítica cansina. Lo de Illa le ha dado a Sánchez un respiro. Es de esperar que, a la vuelta de vacaciones, el Partido Popular salga del sopor veraniego.