Las correcciones

"Macronito"

La elección de Gabriel Attal como el primer acto de campaña para las elecciones presidenciales de 2027

Lo dijo el propio primer ministro, francés, Gabriel Attal, de 34 años, al poner un pie en Matignon ante la atenta mirada de su predecesora, Elisabeth Borne, de 61. «El presidente más joven de la historia de Francia ha nombrado al primer ministro más joven, eso no puede ser más que un símbolo de movimiento y audacia». Todo lo que rodea la elección de Gabriel Attal tiene algo de provocación. La edad del primer ministro (menos de 35 años, desgraciadamente, en España, a esa edad algunos jóvenes -universitarios- todavía no se han independizado de sus padres porque no logran un sueldo digno con el que ganarse la vida); la falta de experiencia política; el fugaz paso por el Ministerio de Educación; su homosexualidad (es el primer ministro abiertamente gay), pero es la combinación de todos estos factores junto a su determinación y su oratoria lo que le ha catapultado a la cima del poder en Francia.

Attal cuenta con el favor de la opinión pública. Una encuesta del mes pasado le colocaba como el político más popular de Francia, por delante del propio Macron, y Le Pen y Jordan Bardella, presidente de 28 años, de la misma formación de extrema derecha Agrupación Nacional. Gusta a los conservadores por su firmeza a la hora de abordar la crisis de la abaya, la larga túnica que llevan algunas mujeres musulmanas, en las escuelas después de que Francia hubiera prohibido en 2004 el uso del velo islámico en los centros públicos. La abaya era, por tanto, un truco de los fervorosos observantes del islam para saltarse la ley. La defensa de la laicidad no es una batalla centrada en el islam. Francia ha impuesto una estricta prohibición de los símbolos religiosos en las escuelas desde el siglo XIX, incluidos los cristianos como las grandes cruces. Las leyes se han actualizado para incluir otros signos como la kipá judía. Tradicionalmente los gobiernos franceses se han preocupado porque los inmigrantes se integren en la cultura del país con el fin de que puedan beneficiarse de la igualdad de oportunidades sin importar el origen social, cultural o étnico. Attal recuperó el discurso de la autoridad contra el islamismo y obtuvo el favor del público. Pero las encuestas las carga el diablo; sobre todo cuando uno está en la cima debe saber que las expectativas que genera también son mayores.

Y los retos a los que se enfrenta Gabriel Attal no son pocos. A los problemas de inseguridad (incendio de la banlieue) y de la inmigración se suma que la economía francesa está estancada. La deuda pública arrastra al Estado, y la presión fiscal es ya muy elevada. Macron quiere liberalizar aún más el mercado laboral y recortar el gasto estatal, pero ambas iniciativas, cruciales para impulsar el tan deseado crecimiento, le harán aún más impopular. Le Pen, por su parte, mantendrá su discurso populista de políticas de derechas con propuestas económicas de izquierdas que tan rentable le sale. En consecuencia, el gran desafío de Attal será pinchar el globo de Le Pen y el primer test será las elecciones europeas del próximo mes de junio.

La Constitución francesa impide a Macron presentarse en 2027, por eso muchos ven en la elección de Attal como el primer acto de la campaña para las presidenciales. Sus críticos le llaman Macronito en plan burla, pero a su edad ha hecho más que muchos en toda una vida. Además, ya saben, quien ríe último, ríe mejor.