Opinión
En La Mareta y otros en cayucos
Estamos asediados por las noticias diarias sobre los incontables inmigrantes irregulares que llegan en cayuco, un día sí y otro también, a las costas de la Isla de El Hierro del archipiélago canario
Estamos asediados por las noticias diarias sobre los incontables inmigrantes irregulares que llegan en cayuco, un día sí y otro también, a las costas de la Isla de El Hierro del archipiélago canario, y de los que no pocos de ellos fallecen en el intento. Sin olvidar la situación en Ceuta y Melilla –donde la cooperación de Marruecos parece más eficaz–, y sin que a Pedro Sánchez se le ocurra ningún plan para atajar esa continuada tragedia y muy grave problema. De momento, y tras su gira africana al finalizar su veraneo en La Mareta, la Residencia oficial del Estado en Lanzarote, sólo sabemos que de los tres países del West Sahel visitados –Mauritania, Senegal y Gambia– siguen llegando el mismo número de cayucos y personas a diario. Lo que dice mucho –y muy poco– del efecto de su gira, de las que solo consta que dijo una cosa y la contraria. De la «migración circular», al compromiso de devolver a sus países de origen a los migrantes irregulares, pasando por la oferta de 500.000 puestos de trabajo, no faltó de nada en sus discursos, salvo resultados, como vemos. El único plan nacional del que se tiene conocimiento es el anunciado tras su retiro de cinco días para reflexionar la estrategia a seguir tras conocer –y hacer frente– a la investigación judicial que afecta a su mujer, hoy mundialmente conocida por lo novedoso que resulta que la cónyuge de un significado dirigente sea investigada judicialmente por presunta «corrupción en los negocios y tráfico de influencias». Lo novedoso del plan tras su «retiro» para reflexionar si renunciaba al cargo, es que han tomado carta de naturaleza oficial los «bulos, el fango y el lodazal» como grandes amenazas para la democracia. Eran conceptos que no formaban parte del lenguaje habitual al hablar de política, o en meras conversaciones vecinales, y ahora se han convertido en «grandes peligros para nuestra democracia» y las de todo el mundo, hasta el punto de ir a Nueva York a comunicarlo a la Asamblea General de la ONU, con un interés manifiestamente descriptible, vista la situación de la sala. El peligro para la democracia según Sánchez, son los medios y pseudomedios, y los jueces, por lo que ha establecido un plan para «regenerarla». Por cierto, como ya comprometió en su moción de censura hace ya más de seis años, que parecería ser un plazo razonable para haber conseguido alguna meta regeneradora. De momento, su democrática regeneración consiste en acusar de prevaricador al Juez instructor que ha osado investigar a su mujer, estando la de su hermano a la expectativa. Y mientras, siguen llegando cayucos cada día.
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