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Matemáticas

La pregunta es saber si al presidente en funciones le trae sin cuidado lo que piense el pueblo o no

Casi toda la gente que conozco repite siempre su voto. Los que votan al PSOE, le votan haga lo que haga. Los que votan al PP, igual. El equilibrio en la balanza electoral es como si dependiera, más o menos, de tan solo setecientos mil españoles que fuéramos los únicos que disentimos ocasionalmente. No es un gran número, si tenemos en cuenta el total de la población.

Pero ahora, las encuestas indican que casi el 70% de la población piensa que, dada la situación a la que se ha llegado, lo mejor sería repetir elecciones. Constituiría la manera más justa y honrada de que se escuchara su opinión sobre los temas controvertidos que ha presentado Sánchez al país desde julio pasado.

La pregunta es saber si al presidente en funciones le trae sin cuidado lo que piense el pueblo o no. Si lo ignora, quedará claro que su intención es pagar el precio que sea necesario, a quien sea, con tal de conseguir los siete votos decisivos que necesita para no soltar su sillón. Si tiene que prometer un Bradley Cooper gratis para cada señora necesitada que le apoye, lo hará. La única incógnita es ver qué excusa va a intentar esta vez que no sea digna de un convaleciente de cirugía cerebral.

Hasta hoy, su gabinete no ha hecho más que meterse en callejones morales sin salida. El último, la consulta a la militancia. Imposibilitados de exhibir unos resultados a la búlgara, porque sería sospechoso, han notificado un 85 por ciento de apoyo pensando que eso sonaría a victoria.

Pero, claro, han perdido de vista que, si restamos ese quince por cien de disconformes al ajustadísimo resultado del 23-J, los números de supuesto apoyo moral ya no salen. Y eso sin contar a los simpatizantes que estén del mismo lado de opinión que ese 15 por ciento de militancia socialista discrepante. Vaya contratiempo argumental. ¿Quieren empezar con un gobierno sin autoridad moral? Mal principio.