Quisicosas

Moda política

Un sabio español, Eloy Martínez de la Pera, ha revuelto los baúles de la casa de Alba y recompuesto en el Palacio de Liria de Madrid aquel idilio de estilo entre la de Montijo y el británico extravagante

Todo comenzó en la ópera, que era la tele de entonces. La princesa de Metternich deslumbraba con un vestido y Eugenia de Montijo no pudo soportarlo. La emperatriz española, que se había casado con Napoleón III en una boda fastuosa de volantes andaluces, mantilla y abanico, no estaba dispuesta a que Paulina le hiciese sombra. - ¿Quién te ha hecho esta maravilla? -Un sastre británico, Worth, está lleno de ideas y manías.

A Eugenia no le daban miedo las manías, su madre había tenido muchas y sin embargo les habían resultado provechosas, tanto a su hermana Francisca como a ella. La madre les puso a Stendhal y a Mérimée de maestros, les ciñó los corsés hasta la extenuación... y Paca se había casado con el duque de Alba y ella misma con el emperador de Francia.

Charles Frederick Worth llamaba «jockeys» a sus maniquíes. Creaba dos colecciones anuales y firmaba con etiquetas los vestidos. Le fascinó la pequeña Eugenia, de rostro de muñeca y pelo ensortijado y diseñó para ella vestidos de corte, trajes de baile, equipos de montar, disfraces. Todo París enloqueció. Las toreras con madroños, los escotes de vértigo, los polisones se hicieron tendencia. Cuando la emperatriz murió, buena parte de su ajuar recayó en su sobrino.

Un sabio español, Eloy Martínez de la Pera, ha revuelto los baúles de la casa de Alba y recompuesto en el Palacio de Liria de Madrid aquel idilio de estilo entre la de Montijo y el británico extravagante. Ha encontrado, por ejemplo, el traje de estilo colonial, en algodón blanco, que le diseñó para la ceremonia de apertura del Canal de Suez, el equivalente hoy de una inauguración de juegos olímpicos. O el corsé de cuarenta centímetros de cintura que enmarcaba un escote de gasa y con el que posó para un monumental cuadro de Madrazo. «Gracias a la emperatriz –explica este sabio– se reflotaron industrias francesas como los brocados de Saint Etienne, las sedas de Lyon o los brocados de Calais». Celosa, la mujer de Abraham Lincoln se hacía copiar los modelos.

El estilo de las de Montijo se trasladó a la Casa de Alba a través de Jacobo, el gentleman que clavaba el frac como un británico y que Sorolla eligió de modelo. Su esposa Totó, madre de Cayetana de Alba, vestía en Chanel, Boulanger, Cheruit, Patou. Hoy Eugenia de Alba colabora con Tous y Sofía Palazuelo enloquece a las mujeres jóvenes. En los salones de Liria, hasta el 31 de marzo, Paca de Montijo nos deslumbra desde un retrato de Winterhalter; Alfonso XIII se desboca desde un cuadro de Sorolla que lo retrata con uniforme de húsar, en azules, rojos, verdes intensos y Rosario de Alba se recorta en un Zuloaga impresionante.