Letras líquidas
Mujeres de voz aguda
Y ahora llega a México la primera presidenta y se enfrenta a esa inercia de silencio desde su primer discurso apelando al presente y al futuro, pero recordando también el empeño y el valor de todas las mujeres que la precedieron
Aunque el poder de Margaret Thatcher ha pasado a la historia simbolizado en su bolso (un Asprey, negro, clásico y no muy grande), la «dama de hierro» cimentó su autoridad en otro icono que ha pasado mucho más desapercibido. Justo antes de imponerse a sus rivales en las elecciones de 1979, recurrió a un entrenador de voz del «Royal National Theatre» para que la ayudara a sonar más contundente y rebajara sus agudos. Lo logró. Bajó hasta 60 hertzios el tono de aquellas primeras intervenciones en las que se presentaba al país desde la cocina de su casa con sus hijos pequeños y se abrió paso en el espacio masculino de la política británica del último cuarto del siglo XX. Hoy, décadas después, son varias las investigaciones científicas que constatan la transformación en la forma de hablar de las mujeres: ahora es más grave y profunda, y los expertos se plantean si este cambio está vinculado a su papel cada vez más relevante en los espacios públicos y si es la evidencia de que las mujeres han tenido que modificar el timbre y la textura de sus voces para convencer de su competencia y capacidad de mando. Y esto nos conecta con algunas de las grandes cuestiones que atraviesan nuestro tiempo y que giran en torno al acceso de la mujer a cargos de responsabilidad política, a si existe un modo femenino de ejercerlos, diferente al ya conocido y consolidado a través de los siglos, a si hay unos códigos invisibles que deben ser reproducidos o, en caso contrario, corregidos. Todo esto (y más) desarrolla Mary Beard en «Mujeres y poder», al evaluar el difícil encaje de esos dos términos, la complejidad de su relación, para terminar asumiendo que «en lo relativo a silenciar a las mujeres, la cultura occidental lleva miles de años de práctica» Y ahora llega a México la primera presidenta y se enfrenta a esa inercia de silencio desde su primer discurso apelando al presente y al futuro, pero recordando también el empeño y el valor de todas las mujeres que la precedieron. Aquellas de la voz aguda.
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