
«De Bellum luce»
Los nombres del PSOE para el 24
El problema de Sánchez, y del PSOE, es que sus siglas se han convertido en imprevisibles para sus votantes de siempre por culpa de las compañías que les garantizaron el gobierno y de las que siguen dependiendo en el 24
La posibilidad de perder el gobierno en las elecciones de diciembre se siente en las entrañas del Partido Socialista. Basta con tocar tres o cuatro teclas para comprobar que las especulaciones sobre el plan B para el 24, en caso de que Pedro Sánchez pierda el gobierno, corren como la pólvora. El sector más pesimista, que en algunos casos coincide con el más crítico, mira a Extremadura y al nombre de Guillermo Fernández Vara.
El presidente extremeño y candidato a las próximas elecciones autonómicas es un histórico, un «pata negra», como Emiliano García Page, presidente de Castilla-La Mancha. Los dos se han ganado a pulso la confianza de las bases y de los cuadros orgánicos de su partido, pero a favor de Vara dicen que puede pesar que su nombre resulte más cómodo en Cataluña. El perfil del electorado socialista manchego ha obligado a Page a posicionarse en un espacio político que busca ocupar un terreno fronterizo con el PP, y dentro del PSOE interpretan que esto puede hacerle menos integrador para el post-sanchismo, si es que está etapa se abre tras las generales.
En este encaje de piezas con el que sueñan cada vez mas socialistas hay un resorte decisivo que, a presente y a futuro, sigue dando margen de maniobra al presidente Sánchez. El PSOE es un partido vaciado, en el que la cultura de debate y de discusión territorial, sobre la que creció el socialismo hasta convertirse en una máquina de ganar elecciones en tiempos de Felipe González, ha sido extinguida. No hay partido ni debate ni líderes territoriales con la fuerza orgánica, y el control necesario de las federaciones para echar al «sanchismo» si el «sanchismo» se resiste a irse. Y esto introduce otros nombres para el 24, incomprensibles de puertas hacia afuera, pero lógicos si se piensa en buscar que el modelo perdure. La lista de la continuidad del «sanchismo» tiene nombres como el de Patxi López o Pilar Alegría, como prolongaciones de un líder nacional que no acaba de entender por qué en Europa tiene el reconocimiento general que no consigue en «casa».
Para comprenderlo quizás le sería útil escuchar a quienes hoy no le susurran en el oído, pero tienen los pies en la calle y en las sedes socialistas. Ellos lo tienen claro, el problema de Sánchez, y del PSOE, es que sus siglas se han convertido en imprevisibles para sus votantes de siempre por culpa de las compañías que les garantizaron el gobierno y de las que siguen dependiendo en el 24.
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