Tribuna
Otegui y la honestidad: la gran ofensiva de la ETA blanqueada
Este licenciado en Filosofía explícita y públicamente compartió - sin reparo alguno - con «la nueva izquierda española» su siempre vigente pretensión de romper España con esta obscena declaración: «para que España sea laica, republicana y roja, esa España tendrá que estar antes rota».
El nacionalismo vasco posee una destacada pericia en pervertir el lenguaje, logrando que términos incuestionables como paz, diálogo, democracia o derecho de autodeterminación suenen a «indiscutibles» cuando, en realidad, la «paz» se reclama donde no hay guerra; el «diálogo» se exige cuando la verdadera pretensión es la impunidad; la invocación a la «democracia» significa blanquear posiciones a todas luces ilegítimas y la «autodeterminación» se esgrime como elemental manifestación de libertad aunque socave los derechos del 50% de sus conciudadanos y del 90% del resto de los españoles, limitando la soberanía nacional a una minoría y contradiciendo solemnes declaraciones del Derecho Internacional. Recientemente, el líder de ETA, tanto de la que mataba, mutilaba, extorsionaba y secuestraba, como de la ETA actual que persigue los mismísimos objetivos, hace llamamientos a la «nueva izquierda española» a la «honestidad y a la justa reciprocidad». Lo de siempre: un lenguaje tan biensonante como perverso.
El currículum biográfico, incluido el delictivo, de este guipuzcoano de Elgoíbar es bien conocido por su militancia en ETA político – militar por lo que huyó a Francia con 19 años al estar implicado en la explosión de una gasolinera, robos a mano armada de automóviles, el asalto a la sede del Gobierno Militar en San Sebastián y en el «rescate» de otro etarra en ingreso hospitalario. Otegi es un habitual de los tribunales, que le han tratado, en ocasiones, con manifiesta e incomprensible benevolencia: le han juzgado en una treintena de casos, aunque ha entrado en prisión cinco veces.
Ingresó en ETA político-militar en 1977. En 1979 participó en el secuestro de Luis Abaitua, director de Michelín en Vitoria. Detenido en Francia, fue entregado en Hendaya a España en 1987 y condenado a 6 años de prisión por el mencionado secuestro y, tras cumplir la mitad de la condena, se incorporó al brazo político de ETA (1990). No es nuestro propósito enumerar las «fechorías terroristas» de Arnaldo Otegi pero no podemos obviar que fue acusado, por la etarra francesa Françoise Marhuenda, del secuestro en 1979 de Javier Rupérez, secretario general de la UCD, aunque resultó absuelto porque la víctima no pudo identificarle como autor del delito. En 1990 también fue absuelto del atentado e intento de secuestro del padre de la Constitución, Gabriel Cisneros, al que disparó en la pierna mientras huía de la emboscada etarra.
Quizá es menos conocido que durante su estancia en prisión Otegi se licenció en Filosofía, titulo expedido por la UNED. Estaba matriculado en la Facultad de Filosofía de Zorroaga, que según el diario «El País» se había convertido «en un exótico foco de cultura y pensamiento, edificado a espaldas de las normas y la tradición académicas …» Este apunte sólo se incluye como botón de muestra del trato dispensado a los terroristas en las cárceles españolas y del bagaje intelectual de ínclito líder.
Retomando su actividad política desde 1990, fue elegido diputado autonómico vasco en 1995, la condena en 1997 de los miembros de la Mesa Nacional de Herri Batasuna le encumbró a la dirección de la formación abertzale, actualmente como coordinador general de Bildu (EH Bildu) desde su fundación en 2017, para lo que dimitió de la dirección de Sortu.
Aunque, por una ejemplar actuación jurídica, policial y política de los gobiernos del presidente Aznar, el brazo político de ETA (Batasuna) cuyo portavoz era Otegi, fuera ilegalizada en 2003, ETA volvió a legalizarse por obra y gracia del presidente Zapatero que siguió al dictado la estrategia de la banda (recuerden el «gallinero de partidos»), con Otegi como esencial artífice de todo un proceso de desaparición del relato histórico y responsabilidades de ETA -con históricos etarras en «paradero desconocido», 379 casos sin resolver, 3.000 atentados, 864 muertos y 7.000 heridos y mutilados. En la actualidad, es de todos conocido que Otegi es uno de los socios más preciados de los gobiernos del presidente Sánchez que no duda en satisfacer las demandas de EH-Bildu a cambio de su apoyo «puntual», que es habitual.
Aunque esto ocurre en España, EEUU sigue negando la entrada a dirigentes de EH Bildu, incluido nuestro protagonista, que todavía en 2023 aparece en «No Fly List», lista elaborada por el FBI. En 2016, USA también impidió a Otegi sobrevolar su espacio aéreo para participar en un homenaje a Fidel Castro, aunque quizá su móvil era únicamente su probada «honestidad y en justa reciprocidad».
Pues bien, desde el 20 de octubre 2020 este licenciado en Filosofía explícita y públicamente compartió - sin reparo alguno - con «la nueva izquierda española» su siempre vigente pretensión de romper España con esta obscena declaración: «para que España sea laica, republicana y roja, esa España tendrá que estar antes rota». Para instarles a sumarse, tras comprobar que la «democratización del Estado» es imposible, a los independentistas para poner en marcha los correspondientes «proyectos constituyentes».
Éste es el legado de esos dos infames «socialistas» presidentes del humillado Reino de España, ambos vinculados al más abyecto proyecto político de sustituir la Hispanidad - España y las Españas - por un conglomerado de repúblicas narco – comunistas en las que se hunde en la miseria a nuestros hermanos iberoamericanos. Y en el que España sería otro amasijo de repúblicas independientes. ¡Todo un logro de necios!... por ser indulgente.
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