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Pactos, traiciones y, claro, también «mala fe»

Los socialistas, además, han pinchado si buscaban también bronca interna en el PP. Los populares son mucho menos absolutistas que el PSOE, en donde la voluntad de Sánchez es ley, pero han cerrado filas sin problemas con Feijóo

John William Cooke (1919-1968), peronista pata negra del ala izquierdista, fascinado por la revolución cubana de Fidel Castro (1926-2016) y designado heredero por Perón (1895-1974), tenía claro que «los pactos políticos entre formaciones adversas son siempre de mala fe, aunque sean convenientes». El argentino es muy probable que estuviera cómodo en el Gobierno de Sánchez, que acaba de rubricar un acuerdo muy importante con el PP, necesario para socialistas y populares y que, al día siguiente, ya era motivo de discordia, no exenta de mala fe y alguna traición. Todo muy alejado de lo que predicaba Edmund Burke (1729-1797), el padre del liberalismo conservador británico y defensor del libre comercio, cuando insistía en que toda «clase de Gobierno se basa en compromisos y pactos».

El pacto rubricado en Bruselas, primera anomalía, entre Félix Bolaños y Esteban González Pons, bajo la supervisión, segunda anomalía, de la vicepresidenta europea, Vera Jourová, desatasca, aunque sea de forma parcial, el embrollo del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), empantanado desde hace más de cinco años. El PP ha sido más responsable del bloqueo que el PSOE, pero los socialistas tampoco han ayudado y, en lontananza, se vislumbra otro futuro enredo. El acuerdo, sin embargo, es positivo porque permite renovar de forma inmediata el CGPJ y por cinco años, ¡largo me lo fiais! Prevé, y ahí empiezan los problemas, estudiar fórmulas para la elección futura de sus miembros. El PP pretende que la voz cantante la lleven los jueces y el PSOE no quiere ni oír hablar del asunto. Hay seis meses de plazo para abordar el asunto. Es ahí donde aparece el filósofo Baruch Spinoza (1632-1677): «El pacto no puede tener fuerza alguna sino en razón de su utilidad y, suprimida esta, se suprime ipso facto el pacto y queda sin valor». El acuerdo era necesario para Sánchez por la presión de la Unión Europea, que vuelve a ser balsámica y toda una garantía para España, ahora en asuntos jurídicos como lo es desde tiempo en los económicos. También para Feijóo, que obtiene un éxito evidente con la composición del nuevo CGPJ. Es muy difícil que logre cambiar la forma de elección, pero hay un lustro por delante. Los socialistas, además, han pinchado si buscaban también bronca interna en el PP. Los populares son mucho menos absolutistas que el PSOE, en donde la voluntad de Sánchez es ley, pero han cerrado filas sin problemas con Feijóo que ha sido hábil y práctico, que no es poco. Incluso aunque el pacto aflore la «mala fe» de la que hablaba Cooke.