
Editorial
Un paso necesario para reparar los daños
Toca ahora al Partido Popular reparar los daños políticos y morales que ha causado la larga huida hacia la nada de Mazón. Pero el primer paso está dado, es lo que importa
Ciertamente, algunos votantes del Partido Popular habrán podido encajar la dimisión del presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, como el triunfo del tacticismo político, cainita y cínico, del PSOE y, también, acusarán en lo vivo la realidad de ese doble rasero de la izquierda por el que los responsables en última instancia de la riada trágica, como Ximo Puig o Teresa Ribera, que rechazaron por razones de oportunidad ideológica unos proyectos hidráulicos ya presupuestados que hubieran reducido la magnitud de la catástrofe, han sido «premiados» con relevantes cargos públicos, pero en su fuero interno deberían reconocer que la dimisión de quien estaba al frente de la Administración autonómica y era, por lo tanto, el máximo responsable de la seguridad y el bienestar de sus gobernados era la única salida para el dirigente de una formación política que se presenta ante el conjunto de la ciudadanía como némesis del sanchismo. Es evidente que no podía seguir al frente de la Generalitat quien estuvo a otros intereses en los momentos claves de la tragedia y, sobre todo, quien desoyendo los consejos de quienes tenían conocimientos y autoridad para darlos se negó a decretar la emergencia nacional cuando él mismo ha reconocido que la extensión afectada por las lluvias torrenciales equivalía a la de las islas Baleares. No podía seguir en el cargo quien no tuvo el menor empacho a la hora de destituir a una consejera de su gobierno y a la directora de emergencias ni, por supuesto, quien ante las inevitables preguntas de las víctimas sobre su comportamiento de aquel día no ha dejado de cambiar de versión, más pendiente de cubrirse ante un problemático horizonte penal que en hacer honor a su juramento de velar por los intereses generales, lo que incluye decir la verdad. Se queja Mazón en su despedida de la maldad del presidente del Gobierno, que no ha dejado de regatear las ayudas a la reconstrucción y que se puso de interesado perfil en los primeros momentos de la emergencia, pero si del oportunismo político del personaje no tiene el presidente dimitido culpa alguna, nada de ello se hubiera producido de haber entendido que la magnitud de la catástrofe exigía la cesión del mando al Ejecutivo central. Por lo tanto, no es asunto de Sánchez que Mazón y sus equipos de gestión hayan sido incapaces de asumir hasta ahora que la realidad de la tragedia le había desbordado completamente. Con todo, lo peor han sido las excusas y los intentos de sacudirse la responsabilidad propia en las responsabilidades de otros actores por más que tampoco estuvieran a la altura, como la Confederación del Júcar y la AMET, haciendo lo mismo que tanto hemos venido criticando al sanchismo. Toca ahora al Partido Popular reparar los daños políticos y morales que ha causado la larga huida hacia la nada de Mazón. Pero el primer paso está dado, es lo que importa.
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