Sin Perdón

Las pelotas del patán Rubiales

«Es machista pretender, incluidas las podemitas que lo hacen, que Jenni Hermoso necesita que la defiendan»

¿De dónde ha salido Rubiales? No lo sé, pero es evidente que es un impresentable. Lo es sin ningún atisbo de duda, aunque lo peor es que se siente cómodo actuando como un zafio botarate. Es incomprensible que sea el presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Me preocupa la imagen que proyecta en el mundo. Cuando vi «el pico» a Jenni Hermoso sentí un inmediato desagrado. Era totalmente inadecuado. ¿A quién se le puede ocurrir tamaño despropósito? Es evidente que a alguien tan primitivo como Rubiales. Desde luego se hubiera sentido cómodo en Atapuerca. El gesto de forzar a la futbolista con un beso en los labios me pareció una muestra impresentable de euforia. Estoy convencido de que estaba exenta de cualquier componente sexual. Con ello no lo justifico, porque en ninguna circunstancia se puede tener un comportamiento de estas características. La respuesta de la jugadora tendría que haber zanjado la polémica, aunque ya se sabe que hay un gran fervor en la moderna inquisición progre por utilizarlo todo ideológicamente. Es machista pretender, incluidas las podemitas que lo hacen, que Jenni Hermoso necesita que la defiendan.

Tiene toda la razón cuando dice que «no se puede dar más vueltas a un gesto de amistad y gratitud, hemos ganado un mundial y no vamos a desviarnos de lo importante». El problema de fondo es que Rubiales es así y necesita que lo aten corto, porque no puede presidir la Federación como si dirigiera una taberna en los barrios bajos de cualquier ciudad portuaria. Tras las disculpas del impresentable Rubiales y la elegancia de Jenni pensé que el tema estaba zanjado. No es así. Me enseñaron un video donde el personaje se toca las pelotas como gesto grosero tras la victoria de España. No daba crédito a lo que veía. Es cierto que me habían comentado que es una persona obsesionada con su aparato reproductor y que le gusta toqueteárselo como gesto de poderío. Lo increíble es que se levante del palco, estando cerca de la Reina, y se lleve la mano a su paquete como muestra grosera de su felicidad ante la victoria. No hay duda de que es un auténtico patán.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)