El buen salvaje

Polvo será, más polvo enamorado

Sánchez, más que en una película donde la realidad siempre es otra, para eso es ficción, vive en una telenovela tipo «La promesa»

Cuando Almodóvar se puso a llorar después de leer la carta de Pedro Sánchez entendimos mejor sus películas. Es lógico que un autor que se emociona con tanta facilidad haga dramas tan exagerados. De hecho, lo de Sánchez es una de Almodóvar pasada por un trozo de metraje abandonado de Buñuel. Un surrealismo de lágrimas e inconsciente como un mal sueño del que no despertaremos, al menos, hasta el lunes. Puede que Almodóvar ya tenga la trama de su nueva «Mujeres al borde de un ataque de nervios». Una heroína femenina en el centro de la trama, una mujer que mira a cámara y confiesa todo lo que sufre y un hombre que saca su trozo más femenino y alcanza una catarsis sentimental como en «La flor de mi secreto». Habrá que hurgar en las escenas de su nuevo filme, el primero en inglés, hasta encontrar el momento de la carta sobre la que cae un río salado y la desdibuja.

Sánchez, más que en una película donde la realidad siempre es otra, para eso es ficción, vive en una telenovela tipo «La promesa». El personal busca qué pasará en el siguiente episodio. El presidente demuestra ser un gran guionista de folletín, capaz de mantener en vilo a todo un país, igual que en los tiempos de «Falcon Crest» o «Dallas» y no había un español que no preguntara si moría J.R. Esa capacidad de fabulación es perfecta para matizar eso que llamamos relato, así que, me temo, el lunes no se cierra la serie, sino que tan solo cambia de temporada. Pueden ser infinitas.

Sánchez no va desaparecer de nuestras vidas, ni tiene por qué hacerlo, que no le estoy animando a que dimita. Ni tampoco a no hacerlo. Una variopinta corte de doctos psicólogos han entrado en el cerebro del presidente y lo que han encontrado no será de su agrado, ni del nuestro, pero sí indica por dónde puede salir el gran escapista, de qué manera se suelta los grilletes que él mismo se ha colocado delante de toda España. Un Houdini temerario y valiente que pone en juego nuestro futuro de una forma un tanto malvada porque es fácil poner en la mesa tanto, cuando no es del todo tuyo.

El amor es infalible para elevar la trama y dejar al espectador en busca de bálsamo y alivio porque normalmente no lo tiene. Por eso también Sánchez apeló a la novela rosa, que un poco de Barbara Cartland siempre anima una sosa ración de henchido orgullo. El nuevo Sánchez, en cualquier caso, ya no será el mismo. Polvo será, más polvo enamorado